viernes, 15 de mayo de 2009

9. Mejores amigos


“Ya abriste este correo y ya te jodiste, si no lo reenvías a 15 personas en los próximos 15 minutos tu mejor amigo va a morir a las 2:27 de la madrugada”.

Así de plano, lacónico, cruel, frio y absurdo; sin mayores explicaciones, sin ningún motivo ni razón, nada más que porque sí, porque se me antojó que alguien muera porque no se reenvío una cadena. Vaya tontería, pero así son a veces los correos electrónicos.

La cadena la ignoré y ya la habría olvidado en forma definitiva si no hubiese movido a preguntarme ¿quién es mi mejor amigo?

Esa si es una pregunta interesante, difícil de responder. Requiere reflexión y análisis. No debe contestarse a la ligera. No sería correcto, tal vez, tampoco sería justo. Correría el riesgo de equivocarme y me queda claro que no quiero eso. Porque además a mis mejores amigos no los puedo contar con los dedos de mis manos, necesitaría 8 o 10 manos.

Recuerdo perfectamente a mis mejores amigos de la primaria, a los de la secundaria (que afortunadamente todavía frecuento). A los que tuve en la etapa dorada de la juventud, los que me acompañaron en los años de la dinámica juvenil y el coro de la iglesia de San Román. A los de mi etapa adulta, los que seguramente estarán conmigo en mis años postreros. Todos ellos en su momento, fueron mis mejores amigos.

Yo pienso que a lo largo de los años he tenido muchos mejores amigos. Con el tiempo muchos de ellos se perdieron porque tomaron caminos distintos, porque cumplieron su función amistosa en esa etapa de mi existencia y debieron continuar sus vidas en otros horizontes. Todos ellos dejaron una huella permanente y afectuosa, recuerdos gratos de su compañía y cariño.

Los mejores amigos que he tenido han sido muy distintos, unos eran muy alegres, medio locos, atarantados. Otros serios y formales, algunos muy estudiosos y otros deportistas, religiosos y algunos con costumbres raras. Siempre distintos, pero iguales en algo substancial: todos compartieron conmigo un fragmento trascendental de sus vidas, todos me permitieron compartir con ellos una parte fundamental de mi vida.

Juntos construimos recuerdos comunes que hoy nos hacen sonreír a la distancia. Sus risas, bromas y tarugadas decoraron alegremente mi niñez, llenaron de anécdotas mi juventud y continúan dándole color a mi vida.

Definitivamente no quiero que se muera ninguno de mis mejores amigos, no quiero prescindir de ninguno de ellos, perdería una parte de mí, muchas historias cordiales se irían con ellos.

Un saludo grande a todos mis amigos y mi agradecimiento permanente por ser y estar, por acompañarme y ser mis mejores amigos.

Sin embargo … no voy a reenviar la cadena. No lo haré.

jueves, 14 de mayo de 2009

8. Depresión

Nunca he entendido eso de la depresión. Para ser más claro, nunca he entendido por qué la gente se deprime. Mejor aún, nunca he entendido por qué la gente se enferma de depresión. Creo que ahora si me expresé bien.

Entiendo que la depresión es un trastorno emocional de abatimiento, infelicidad, tristeza generalizada, decaimiento y otros síntomas que están dentro de ese ámbito. También estoy consciente de las causas que pueden generar una depresión, estas se relacionan con la pérdida de bienes materiales, seres queridos o factores emocionales, entre otras cosas.

Todo eso está muy bien, de hecho, debo reconocer que en algunas ocasiones yo me he sentido deprimido. Incluso he disfrutado el sentirme así. Me sumerjo en mi tristeza, exploro un rato por el fondo de ella, la comparo con otras tristezas, juego con mi angustia, enumero mis ansiedades y soledades y cuando me siento cansado me quedo quieto y me duermo. Cuando despierto estoy solo, la depresión se fue, la extraño un poco y sigo viviendo mi vida.

Lo que no entiendo, no me entra en la cabeza, no alcanzo a razonarlo ni a comprenderlo, simplemente no cabe en mi cerebro es por qué hay gente enferma de depresión, porqué existen personas que necesitan ayuda médica, siquiátrica, sicológica y hasta teológica para salir de ella.

Me cuesta trabajo creer y pensar que existan personas que se dejen hundir en su depresión a tal grado que quedan inmovilizadas, dejan de trabajar, de salir de sus casas, de comer, platicar, reír, jugar; en términos generales, no encuentran los factores motivacionales que mantengan su interés en vivir.

¿Por qué no pueden simplemente decir “depresión, hay te ves” y punto?

Tal vez estoy viendo las cosas en forma muy simple y muy fácil, pero para mí la depresión no existe en términos tangibles, yo creo que se trata de un asunto de manejar los pensamientos, de controlar las emociones y de redireccionar los recuerdos. Es una cuestión de voluntad, de elegir qué situaciones del pasado me son dolorosas de recordar y simplemente no pensar en ellas, o manejarlas de tal manera que al evocarlas ya no resulten en daño emocional, ya no afecten.

Entiendo que hay personas que simplemente no pueden hacer eso, que fallan a la hora de manejar y controlar sus emociones y se abaten, se pierden y se paralizan. Pero no entiendo por qué les pasa. No, no lo entiendo.

miércoles, 13 de mayo de 2009

7. Recuerdos y olvidos



Siempre me he preguntado cuál es el proceso a través del cual el cerebro determina que hechos y situaciones recordará y cuales olvidará. Hay muchas cosas que quisiera olvidar y no puedo y hay otras que quería recordar siempre y ya se olvidaron.

Entiendo que hay cosas que no se pueden olvidar por su magnitud, impacto, importancia o porque dejaron alguna huella definitiva en nuestras vidas, la marcaron de alguna manera o de otra. Pero existen también cosas absurdas, inexplicables o de plano disparatadas que ocupan un lugar en los recuerdos; esas cosas quisiera olvidarlas y no puedo. Me queda muy claro que solo están ocupando espacio dentro de mis archiveros cerebrales.

Me preocupa pensar que se pueda llenar mi disco duro de todas esas boberas y que un día de estos ya no tenga espacio para almacenar los recuerdos que si quiero recordar. Por eso me gustaría hacer una depuración exhaustiva de todos los recuerdos mensos y sin importancia que tengo en la cabeza (y ya de paso los dolorosos y los vergonzosos). Pero no sé cómo hacerlo.

Por otra parte, me gustaría mucho enumerar todas las cosas que hubiese querido recordar siempre, pero que sin darme cuenta se me olvidaron. Recuerdo que en momentos determinados de la vida me he dicho a mí mismo “esto no quiero olvidarlo nunca” y se me olvidó. He dicho muchas veces “te aseguro que esto nunca lo olvidaré” y también se me olvidó. Seguramente he olvidado cosas lindas o graciosas que me sucedieron y que podría contarles si no las hubiese olvidado.

El proceso de memorización debía ser voluntario, deberíamos tener el control para determinar las cosas que queremos recordar y las cosas que debemos olvidar. Creo que de esa forma seriamos más felices, estaríamos más tranquilos y tendríamos menos broncas mentales, emocionales y de todo tipo.

Voy a intentar hacerlo voluntario, voy a intentar tener el control, nada pierdo. Les contaré como lo hice si es que no se me olvida antes.

lunes, 11 de mayo de 2009

6. Escritora


Es sumamente grato ir descubriendo las cualidades, habilidades y valores de una persona, sobre todo cuando esa persona es alguien tan próximo a los afectos esenciales. Me refiero a María José, mi joven y alegre sobrina.

Ella siempre se caracterizó por ser una ávida lectora, desde pequeña se encargaba de cuanto libro caía en sus manos, no sé cuales fueron los primeros, pero si recuerdo que los del maguito Harry Potter se los leía hasta en las versiones en inglés; después dio el salto a los escritores en lengua española (cosa que tiene mucho mérito). Por sus manos pasaron García Márquez y sus historias familiares, los cuentos no convencionales de Mario Benedetti y las narraciones de amores tan poco tradicionales de Ángeles Mastreta, estos, por mencionar sólo a algunos.

A partir de ahí, lo natural es transitar de lector incansable a escritor insipiente pero a la vez insistente, porfiado, tenaz y frecuente, cualidades que finalmente conducen invariablemente a escribir cada vez mejor. Ella se encamina muy rápido hacia ese destino.

En sus primeros escritos, plasmados en su propio blogspot, descubrí principalmente una chispa de humor que arranca sonrisas. Este detalle es una cualidad difícil de realizar en el lenguaje escrito pero que en ella parece natural. Otra característica suya a la hora de escribir, es la forma de hacer interesantes y divertidos temas triviales, como algunas costumbres de los viejitos o las cosas que se hacen en un domingo aburrido.

Lo último que leí de ella es una narración que se llama la Casita de enfrente, es un relato que se remonta a poco más de 70 años en la historia de una familia campechana. Este pequeño relato, narrado de tal forma que parece que la autora fue testigo de todos esos años y salpicado de descripciones muy explicativas y convincentes, genera la necesidad y el deseo de seguir leyendo y de continuar penetrando en el espacio oculto, secreto y misterioso de las hermanas Briceño.

Espero que no deje de escribir, que siga encontrando los motivos para expresar el universo extraño e ilógico que heredó de alguna rama familiar. Eso es lo menos que espera su cautivo grupo de lectores.

5. Estreñimiento cerebral


Ayer fue un día de estreñimiento cerebral, cuando estos días se presentan lo mejor es dejarlos transcurrir, que se deslicen tranquilos hasta que se acaben. Para qué preocuparse, no se va a conseguir nada, es inútil esforzarse, luchar, batallar, pujar, todo es inútil, no va a salir nada.

Cuando hay estreñimiento cerebral, significa que el cerebro simplemente no enlaza ninguna idea, las neuronas no realizan las conexiones necesarias, la mente divaga de un lado al otro, pero no lo hace aprisa, parece que arrastrara los pies. Los pensamientos se esfuman, se disuelven, se escapan, por momentos se cuelgan de la paredes craneales con las uñas, hacen un último intento pero pierden fuerzas y caen irremediablemente al vacío. No salen.

Haces un nuevo intento, escribes una o dos líneas y tache, otras dos líneas y un nuevo tache. Cambio de tema (eso es lo mejor, porque este tema anterior no daba para más) ahora si, escribes un párrafo, empezamos el segundo y suprimir. Se empieza uno a molestar, por tanto es preciso relajarse, respirar, tomar agua. Te sientas de nuevo frente a la computadora y suprimir de nuevo.

Que hacemos. Simplemente no hay nada que hacer, hay que apagar la computadora y dedicarse a otra cosa. Esto de escribir es así. El problema es que no existe un laxante para el cerebro, algo que haga fluir las cosas. Agilizar el tránsito de las ideas. Evacuar los pensamientos en forma ordenada. No hay nada que alivie el estreñimiento cerebral. Bueno, solo el tiempo. Ya veremos.