miércoles, 20 de junio de 2012

150. De arpones e ídolos orientales

¿Qué tienen en común un arpón y un ídolo oriental? Lo más probable es que después de unos segundos de reflexión puedas responder que absolutamente nada y lo más seguro es que tengas toda la razón. Sin embargo, si no tienes nada que hacer y, aunado a esto, estás pasando por el instante más absurdo y necio del día, entonces podrías encontrar los cientos de puntos de coincidencia que tienen estos dos singulares objetos.

En primera instancia analicemos la utilidad de un arpón. Por supuesto, si eres un pescador o un buzo responderías que los arpones tienen múltiples beneficios ya que te permiten pescar y defenderte del ataque de algún fiero animal marino. Evidentemente que ignorarías a los ídolos orientales, a menos claro que seas un pescador oriental con un alto sentido místico.

Por otra parte, si eres un religioso oriental defenderías la utilidad y el valor de los ídolos orientales, en los cuales seguramente depositarias tu fe y tus creencias y los harías objeto de culto y reverencia. Los arpones seguramente no significarían nada para ti, a menos que además de religioso oriental seas también aficionado a la pesca o al buceo.

Pero suponiendo que no eres ni un pescador ni un monje oriental, que te encuentras parado en la calle esperando que te asignen mesa en un pequeño restaurant, que en el interior de aquel lugar hay un ídolo oriental y en cuya televisión se muestra la imagen de un hombre atravesado por un arpón ¿Podrías entonces encontrar similitudes entre ambos objetos?

Suponiendo también que eres una persona que no le da ningún valor a ningún tipo de ídolos, que tienes delante de ti a otra persona que se esfuerza por fastidiarte con dichas estatuas, que no tienes mayor cosa qué hacer ni qué pensar, que tienes hambre y que ya te cansaste de esperar mesa ¿Podrías entonces encontrar semejanzas entre un arpón y un ídolo oriental?

La respuesta indudablemente es si. Sin importar que dichas analogías sean tan absurdas y locas como lo pueden ser un inusual arpón traspasando a un desdichado y una estatua que parece todo menos un ídolo oriental.

Entonces podríamos afirmar que ambos objetos son muy útiles porque un ídolo oriental, bien utilizado, puede servirte para pescar y un arpón puede ser el centro de algún culto carismático en Vietnam, Filipinas o alguna otra región del lejano oriente; lo que nos lleva a la conclusión que tanto el ídolo oriental como el arpón son semejantes y por tanto pueden tener el mismo valor intrínseco para diversas personas.

Pero si nos alejamos de esta contundente, indiscutible e inobjetable conclusión, podríamos desplazar nuestro análisis en el sentido contrario: dado que no soy pescador ni monje oriental afirmo que ambos objetos no poseen ningún aprecio para mí. Este juicio lleva implícito una fuerte carga de analogía entre el arpón y el ídolo oriental dado que los está situado en igualdad de circunstancias.

A partir de ahí se pueden desgranar infinidad de puntos de coincidencia, tantos como tu imaginación y tu sentido de la lógica y de lo absurdo te lo permitan. Lo que nos lleva a afirmar que el arpón y el ídolo oriental son iguales porque ninguno de los dos está vivo, porque son decorativos, porque seguramente están hechos en China (o en Taiwán), porque pueden ser comprados en alguna tienda.

Porque ambos objetos pueden servir para agredir a un bandolero, para transportarlos en la cajuela del coche, porque es posible evitar que los niños jueguen con ellos, porque ninguno de los dos sirve como teléfono ni evitan que te mojes si está lloviendo y finalmente porque ambos objetos pueden tener una fuerte carga subliminal y una reconocida connotación sexual.

Esto último tal vez no quede del todo claro, pero si continuamos en el universo absurdo del pensamiento ilógico, seguramente no te costará ningún trabajo entender. Basta, hasta aquí de arpones y de ídolos orientales.