sábado, 13 de junio de 2009

24. 131 millones de dólares

Eso fue lo que le costó Cristiano Ronaldo al Real Madrid. Una cantidad de locura, increíble. Cristiano se convierte con ello en el esclavo más caro de la historia.


131 millones de dólares, al tipo de cambio actual de 13.45 pesos, nos genera una cantidad de $1 761 950 000.00 (mil setecientos sesenta y un millones novecientos cincuenta mil pesos. ¿Tienen idea de lo que esa cifra representa? Es muchísimo dinero.

Con decirles que, a mi sueldo actual, tendría que haber empezado a trabajar hace 8 637 años para poder tener hoy esa cantidad de dinero.


Hace 8 mil 600 años:


Estábamos al final del pleistoceno y principio del holoceno (ambas forman parte del periodo cuaternaria). Aún corría por estas tierras el tigre dientes de sable, mamuts, mastodontes y megaterios (perezosos de más de 6 metros de alto).El perro recién había surgido, producto de la domesticación del lobo. Los hombres usaban hachas, lanzas y flechas y comenzaban a organizarse en ciudades. La isla de Taiwan apenas se acababa de separarse de Asia y Gran Bretaña de Europa. No existía algo que hubiese sido construido por el hombre.

Se imaginan, yo trabajando desde esa época para que hoy pudiese tener 131 millones de dólares, y eso, sin tener que gastar nada, esto es, ahorrándolo todo.

De plano que esto me resulta muy abrumador. Creo que mejor me voy a dormir.

jueves, 11 de junio de 2009

23. Un viernes en jueves

Hoy desperté pensando que era viernes. Mi cuerpo reconocía el viernes, reaccionaba como reacciona los días viernes. La televisión y su incesante parloteo de malas noticias me dio una más. Hoy no es viernes, es apenas jueves.

Mi mente trato de adaptarse rápidamente a esa nueva circunstancia, trató de hacer los ajustes necesarios para cambiar al programa de los jueves. Nada, no pasó nada. Mi cuerpo seguía igual, actuando como actúa los viernes.

¿Por qué mi cuerpo se estaba conduciendo de esa manera? ¿Por qué no lograba hacer los ajustes necesarios? ¿Acaso tendría que resignarme a tener un cuerpo de viernes los jueves? ¿Esta situación sería permanente? ¿Tendría que acostumbrarme a vivir con un cuerpo un día adelantado al tiempo presente? Eso podría ser muy grave.

Podría sentirme enfermo un día antes de enfermarme, eso no es bueno. Tal vez sentiría dolor antes de que me accidente. Y, que tal que mi cuerpo se muere un día y mi mente lo haga hasta 24 horas después, eso sería algo muy loco. Más que loco, sería algo muy malo y muy feo. No me gustaría que eso sucediera.

Y es que los viernes mi cuerpo se comporta en forma diferente al resto de los días de la semana, pero particularmente, a los jueves. Los jueves todavía estoy muy activo, puedo trabajar hasta la medianoche sin protestar y sin mayores problemas, los jueves aún me quedan fuerzas para concentrarme y hacer un trabajo detallado y minucioso (ojala que este párrafo no sea leído en mi trabajo).

Pero los viernes, mi cuerpo descansa, se relaja, disminuye su ritmo, se desacelera. Entra en un proceso parecido a la hibernación pero sin dormir, es como si pusiese el automático y funcionara de esa manera. Por supuesto que no está apto para ningún esfuerzo, por mínimo que parezca, ni físico, ni mental, ni emocional. Por suerte esta condición dura hasta cerca de las cuatro de la tarde, hora en que se produce un cambio de programa, pero ese es otro cantar.

¿Qué podré hacer para que mi cuerpo vuelva a armonizar con los días de la semana? Tal vez si me tomara un café logre la adaptación. Si la ignorara e hiciera como si no pasara nada. Quizá podría convencer a todos de que en realidad hoy es viernes y no jueves, entonces todo se arreglaría. Podría intentarlo, no pierdo nada. A lo mejor en un principio la gente no me haría caso, pero al considerar los beneficios de que hoy sea viernes terminarían por aceptarlo.

Pensándolo mejor, tal vez hoy si es viernes y todos estamos siendo engañados. El gobierno nos ha hecho creer desde hace años que hoy es jueves cuando en realidad es viernes. Esto es algo monstruoso, las fuerzas obscuras que controlan al mundo se han confabulado para engañar a la humanidad

¿Desde cuándo hemos vivido en medio de esta perversidad? Habría que desenmascararlos y condenarlos a realizar los más indignos trabajos que cualquier ser humano podría soportar. O tal vez, refundirlos en una cárcel zacatecana para que se eduquen y aprendan que hay asuntos en las que no conviene involucrase.

Pero hacerlo implicaría la realización de un esfuerzo poco digno de ejecutarse los viernes… mejor voy a esperar al martes, porque el fin de semana es sagrado y los lunes no circulo… tal vez deje las cosas como están y me acostumbre a tener dos viernes en la semana… mejor me voy a tomar un café… tal vez con eso sea suficiente.

miércoles, 10 de junio de 2009

22. Mis naikis

Ayer una amiga, a la que quiero mucho, me presumió sus nuevos tenis Nike. Me parecieron bonitos, eso me parece lógico porque son unos Nike y esos son mis zapatos deportivos favoritos, aunque debo reconocer, sólo he tenido un par. Pero lo importante del hecho es que me hicieron recordar un sentimiento, una emoción y una sensación del pasado.

La primera vez que escuché hablar de los Nikes, tenía alrededor de 16 años, tal vez un poco más. En esa ocasión fui al cine con mi amiga Verónica, veíamos una película que se llamaba “Copia al carbón”. El tema de la película es lo de menos, un muchacho negro y muy pobre que busca y encuentra a su padre, el cual es blanco.

Recuerdo que Verónica hizo un comentario con tono de ironía: “ese muchacho es muy pobre pero tiene sus Nikes”. De inmediato puse atención a los zapatos del artista, eran unos tenis blancos con la clásica palomita en color negro a todo lo largo del zapato. Recuerdo que pensé, yo quiero unos así.

Unos meses más tarde vi mis primeros Nike en vivo, estaban en casa de Verónica (su mamá viajaba a Miami y traía diversos artículos para vender, entre ellos, unos Nike) en esa ocasión, eran unos tenis blancos con la palomita de muchos colores. Los pude tocar, los olí, envidié un poco a quien sería el dueño de esos zapatos y nuevamente me propuse “Algún día yo tendré mis propios Nike”.

Y bueno, tardé mucho tiempo en tenerlos, ya casi tenía 25 años cuando al fin pude realizar mi sueño y tener mis propios tenis Nike (blancos, no tenía la palomita a todo lo largo, si no una muy pequeña en color rojo vino a la altura del tobillo).

Como podrán imaginar los cuidé con mi propia vida, cuando se ensuciaban los limpiaba con cuidado, si creía que podría llover no los usaba, si debía andar por caminos difíciles, pedregosos o con charcos, tampoco me los ponía. Estuvieron a mi lado cerca de 4 años. Fue difícil tener que deshacerme de ellos. Tuve que hacerlo porque a fuerza de uso y por más cuidados que les prodigué, finalmente tuvieron que rendir tributo a la naturaleza.

Nunca más he vuelto a tener unos tenis de esa marca, nunca más he vuelto a sentir en los pies la delicia del contacto y la comodidad de unos Nike. No tengo claros los motivos, tal vez porque son caros y he preferido unos de precio más accesible. Tal vez porque he querido ser fiel a aquellos tenis que un día fueron míos. Tal vez porque no se han dado las condiciones o simplemente porque no he querido.

Pero ayer, cuando vi los tenis de mi amiga, renació la vieja ambición de tener de nueva cuenta unos Nike. Si soy sincero, realmente no los necesito, es verdad, no me hacen falta, no salgo a correr ni a caminar (ya saben, la lata de mis rodillas y su añejo y constante dolor). Sin embargo sentí el deseo, la ansiedad, la necesidad, las ganas enormes e incontrolables de tener unos Nikes y poder ser feliz nuevamente.

Mañana voy a averiguar precios. Tal vez no los compre, seguramente no los compraré, pero podré diseñar un plan para tenerlos nuevamente. Mis pies merecen ser felices y yo quiero darme ese pequeño e innecesario lujo.

domingo, 7 de junio de 2009

21. Vagabundeos de mi mente

Finalmente, apagué la televisión. Era necesario hacerlo. No se pueden ordenar las ideas y los pensamientos cuando la televisión está taladrándote el cerebro (en su lugar puse música, el jazz no me molesta). Mi idea original, desde que empezó este domingo era escribir, escribir mucho. Pero ahora son casi las 10 de la noche y apenas llevo este párrafo.

Lo peor de todo es que no tengo claro lo que quiero expresar, existen varias ideas para desarrollar pero no logro concretar una en particular. Por otra parte, tengo una lista de temas pendientes, tanto para esta miscelánea como para el periódico (lo del periódico lo voy a dejar para mañana porque implica mayor inversión de tiempo y me gustaría dormirme temprano, mañana es lunes y tengo algunas cosas que hacer desde temprano).

Mientras tanto, el tiempo sigue pasando y no logro concretar nada. Eso me molesta, sobre todo porque durante toda la semana, entre pláticas, lecturas o recuerdos fueron surgiendo muchos temas que pensaba eran buen material para escribir. Pero ya se me olvidaron. En algunos casos se me dificulta el abordaje.


Un ejemplo de este último caso es lo que se refiere al campamento que hice junto con mi hijo y unos amigos en las cercanías al poblado de Chuiná y en el cual tuvimos la oportunidad de explorar un sector muy interesante y desconocido de esa zona de la entidad. Me queda claro que el tema da para mucho, pero me siento a escribir y no me gusta lo que resulta.


Yo quisiera escribir un artículo y lo que me va quedando es un reportaje. No tendría ningún problema si el reportaje lo pongo en la miscelánea. Pero yo lo quiero para el periódico y en el Tribuna me publican artículos, no reportajes (la estructura es distinta, el primero es de opinión y el segundo es informativo).

También me gustaría mucho escribir sobre los amigos de la infancia, los de la calle 12, los carnales de San Román. En este caso me queda muy en claro que necesito tiempo y cierta dosis de sensibilidad para recordar esa época, los pensamientos y las ideas, los colores, las sensaciones y todas las cosas que aprendí en ese tiempo de fútbol callejero, de juegos y bromas.

La dinámica juvenil es un tema casi obligatorio. Desde que empecé esta tarea de escribidor sabía que tenía que pasar por ese destino. Lo he ido aplazando pero no será por mucho tiempo más. Ese también es un tema que da para muchos artículos y hasta el momento ni siquiera la he mencionado (hasta hoy) siendo que es una de las etapas de mi vida que dejó un mayor impacto formativo.

Mis hijos es otro tema necesario, no sé porqué me cuesta tanto trabajo escribir sobre ellos, lo que pasa es que tengo tantas cosas que decirles y escribirles que no se por donde iniciar, tampoco quiero que sea un artículo muy ligero o poco profundo; me gustaría que fuera algo lleno de emociones, recuerdos y vivencias. Algo que recorra nuestro pasado común y se proyecte hasta el futuro.


Existe por ahí, archivado en algún lugar de mi mente, el proyecto de escribir unos cuentos cortos. Eso es más tardado y requiere un mayor trabajo literario, tal vez lo desarrolle hasta que tenga el suficiente tiempo. Les anticipo que los protagonistas de todos esos relatos serán mi papá y mis abuelos (Francisco y Nicolás) y que el escenario será el poblado de Seybaplaya o algún lugar imaginario que se le parecerá mucho.

También existen temas de los que no quiero escribir. La política es uno de ellos, me niego, me rehúso (si lo hago tal vez termine enfermo del estómago) y no es que no me guste la política como tal, lo que pasa es que no quiero escribir de ese tema, simplemente no se me antoja visitar esos escenarios tan cargados de una energía un tanto pesada.


Existen otros temas de los que tampoco voy a escribir, son estrictamente personales y egoístamente me las reservo para mí; no porque no hayan dejado una enseñanza particular sino porque no quiero exponer aspectos que considero no les interesan a muchos o a nadie más que a mí.


Estas reflexiones se han extendido mucho y mientras sigo sin definir sobre que quiero escribir. Finalmente creo que no escribiré nada, voy a cerrar la computadora y me iré directamente a la cama a dormir como un angelito. Mañana, mañana escribiré.