jueves, 13 de mayo de 2010

101. Harto del sexo

De plano que sí. A llegado un momento en mi vida en que las relaciones sexuales no tiene ningún interés para mí ni aportan valor alguno a mi persistente existencia. Creo que es tiempo de subir a un nivel superior en la escala de vida.

Y es que en materia de relaciones sexuales todo conduce a lo mismo, son los mismos comportamientos, las mismas intensiones, los mismos procedimientos, las mismas palabras, las mismas variantes de las mismas cosas y por lo general, son los mismos resultados ¿Y después qué? Después es lo mismo.

Yo creo que eso no tiene sentido; porque si no hay nada que conduzca más allá de lo puramente corporal, si no existe ningún vínculo que trascienda hacia las emociones y hacía la modificación espiritual de la vida misma, entonces considero que no tiene ningún caso involucrarse en ese tipo de evoluciones.

Y es que me siento extenuado de ser conceptualizado como un simple y desechable objeto de lascivia y obscenidad. Quiero que las damas que habitan este planeta comprendan que también en mí subsisten un conjunto de sentimientos que conducen a la eternidad y la bonanza.

Por ello, anuncio a la población femenina que si no existe alguna que pueda ofrecerme algo más que un breve territorio anatómico y la placidez de los instintos, entonces renunciaré de manera definitiva, categórica y contundente a mi participación en cualquier tipo actividades que involucre el concurso directo o indirecto, total o parcial, general o particular de determinada región de mi deseada geografía corporal.

¿A qué me dedicaré entonces? A la meditación profunda, a la reflexión absoluta, a la búsqueda constante de la armonía cósmica, al equilibrio energético entre mi esencia sobrenatural y mi ser corporal; a la proyección de los pensamientos superiores que me conduzcan al nirvana y a la contemplación de los signos que reflejan realidades mayores. Sí, eso haré, me convertiré en un gurú del misticismo y de la vida cotidiana.

Considero que las actividades antes descritas, si bien son trascendentales en sí mismas, no conducen a nada que sea excesivamente divertido; por lo cual solicito encarecidamente a alguna fémina de corazón noble y generoso, me rescate de esta cruel realidad que me atrapa y agobia; de lo contrario, mi destino estará sellado para siempre...

martes, 11 de mayo de 2010

100. Arrastrando la pluma

Estoy un poco cansado pero contento, acabo de terminar de escribir un artículo para el periódico. Debo reconocer que los textos que envío para publicación cada vez son más un reflejo de mi propia vida, mis anécdotas, las cosas que pienso y que me suceden.


A veces pienso que la gente que los lee dirá: “Qué onda, no me importa tu vida, escribe ya sobre otras cosas” y tal vez tengan razón, pero me gusta escribir sobre lo que pasan en mi vida, de verdad que sí. Solo trato de darle un poco de interés, de escribirlos bien y de que la gente pueda encontrar en ellos un punto de coincidencia. Si logro eso, creo que algunas personas me seguirán leyendo.

Por otra parte, me reúso de manera determinante y tajante a escribir lo mismo que todos escriben en el periódico: denigrar a políticos sin suerte, denostar a personas (a veces con razón) denunciar alguna calle rota o ensalzar alguna figura pública para tratar de obtener favores. No, esa no es mi línea, no escribiré sobre esas cosas jamás.

Me gusta mi estilo: costumbrista, social, comunitario, familiar. A veces explorando temas de salud o de mejora de la calidad de vida pero siempre dándole un enfoque personal y familiar. Por esos espacios he transitado y no veo problema en continuar por esos rumbos.

No sé a dónde voy a llegar con estos textos, eso no me preocupa ni me interesa. Lo he dicho muchas veces, no persigo premios ni reconocimientos públicos, ni consideraciones políticas ni nada por el estilo. Me conformo con los comentarios que mis amigos dejan en el blog, en el facebook o por el correo electrónico o los que me hacen de manera personal. Eso es más valioso para mí que cualquier otra cosa.

Acabo de darle guardar a este texto y me di cuenta que es el número 100 que escribo para este blog. Yo pensaba, con motivo del centenar de entradas, hacer algo representativo y especial. Pero bueno, sin querer me puse a “arrastrar la pluma” y fueron saliendo estos párrafos un poco sin sentido y sin forma.

Pensándolo bien, creo que este texto refleja el espíritu de “La Miscelánea de lo Cotidiano” que es escribir por escribir, sin estructura, sin líneas de apoyo, sin ideas centrales y casi casi sin sentido ni dirección.

Así van trascurriendo estos párrafos, de hecho ya voy terminando la entrada y han pasado a lo más 5 minutos desde que empecé a escribir. Eso es rápido para mí, baste decir que el texto que escribí esta tarde para el periódico lo inicié en la oficina (llegué temprano, antes de la hora de entrada).

En ese tiempo solo escribí un par de párrafos y tracé la idea central, continué en casa como a las 6 de la tarde y concluí casi a las 10 de la noche, es decir, le dediqué alrededor de 5 horas a un artículo de dos cuartillas. Y todavía me falta revisarlo, hacer correcciones de estilo, agregar un poco por aquí y quitar un poco por allá antes de que esté listo y pueda enviarlo al periódico.

Ahora llevó una cuartilla y dos párrafos en apenas 5 minutos. Claro está, este texto no tiene la calidad ni la estructura del anterior, pero eso no me importa, los destinos son diferentes, aunque los destinatarios puedan ser los mismos.

Bien, creo que ya fue suficiente de “arrastrar la pluma” o de golpetear las teclas si así lo prefieren. Terminaré el texto, lo subiré al blog y me iré a dormir. Hoy ha sido un día de provecho. Qué bien.