lunes, 8 de marzo de 2010

88. Caminando sobre las brasas

Sigue sin aparecer mi constancia del curso “Caminando sobre las brasas”. No es que la necesite para realizar algún trámite o algo por el estilo. No, nada de eso. Simplemente recordé que tengo una constancia de ese curso, que no sé donde está y quiero encontrarla para tenerla junto a mis otras constancias. Es simplemente eso.

El curso “Caminando sobre las brasas” lo tomé hace como dos años, está basado en Programación Neurolingüística (ya saben, manejo de recuerdos, emociones y sensaciones y todas esas cosas que particularmente se me hacen muy interesantes) y cuya parte principal consiste precisamente en caminar descalzo sobre carbones encendidos. Yo si pude hacerlo, de hecho fui el primero del grupo que lo hizo.

Cuando me invitaron al curso y me dijeron de qué se trataba pensé que sería interesante acudir, tener la información del evento y presenciar la experiencia de ver personas caminando sobre brasas; pero por ningún motivo la realizaría, definitivamente no. Nada más que yo estuviera loco. Esto es, asistí al curso condicionado para no realizar el examen final.

Lo sorprendente de todo fue que en la medida que avanzaba el evento me iba llegando el deseo de hacer la prueba. Esto me hace pensar que el instructor era muy bueno, ya que destrabó una condicionante negativa de mi mente y lentamente la fue conduciendo hasta transformarla (y yo sin darme cuenta) de ahí las ganas de caminar sobre las brasas que sentía a medio curso.

El proceso para realizar la prueba pasa por hacer ejercicios como bailar y marchar descalzos para que los pies vayan acostumbrándose a pisar directamente el suelo. Al mismo tiempo van ejercicios mentales de programación en los cuales se manejan frases como “Si puedo, es fácil y lo voy a hacer”, así como terapias motivacionales donde todo el grupo se anima y apoya con gritos como “Tú lo vas a lograr, si tú puedes yo también puedo, lo vamos a lograr. Yo si puedo y tu también”.

Todo esto acompañado de palmadas, abrazos, saludos y festejos anticipados; se arma una auténtica fiesta para celebrar lo que aún no hemos hecho pero que hemos visualizado como una conquista lograda. Esto es parte de la programación neurolingüística: visualizarte exitoso, triunfador y, con palabras y frases motivacionales, convencer a tu cerebro de que podemos lograrlo.

El objetivo del ejercicio se centra en la manera en que se enfrentan los miedos, de vencer el temor natural a sentir dolor, de sobreponerte a tus defensas naturales y convencerte de que, si eres capaz de caminar sobre brasas, eres capaz de lograr todo lo que te propongas. El sendero es cualquier cosa: un trauma añejo, una ruptura que superar, un complejo, una desilusión, cualquier cosa que llevas sobre tus espaldas y necesitas deshacerte de ella.

El camino de las brasas no es auténticamente una senda de fuego (tampoco se trata de hacerla a los faquires) ciertamente si hay carbones encendidos, aunque no muchos. Se preparó de la siguiente manera: sobre la tierra mojada se colocaron hojas de plátano húmedas y sobre éstas los carbones encendidos, rojos y humeantes.

Cuando llegó el momento de realizar el ejercicio, lo único que deseaba era hacerlo, mis ánimos estaban muy arriba, me sentía capaz, fuerte; mis pensamientos me impulsaban, fijé la mirada en un punto determinado y caminé, rápida pero firmemente.

No sentí dolor, ni quemaduras, no quedaron huellas en mis pies. Lo único que sentí fue una gran emoción y una euforia que me hizo gritar de gusto a la vez que liberaba la tensión de todo el día. Fue una experiencia intensa, gratísima.

Creo que volvería a realizar la prueba si se me presentara la oportunidad, mientras eso pasa, seguiré buscando mi constancia. Por otra parte, creo que ha esta entrada le voy a dar una vuelta y la transformaré en un artículo para el periódico. Sí, eso voy a hacer.