viernes, 10 de enero de 2020

162. Velocidad relativa



La velocidad no es lo mío, y eso aplica a cualquiera de las áreas de la vida en las que pueda verme involucrado, esa máxima cobra mayor relevancia cuando hablamos de conducir un automóvil. Por dicho motivo resulta muy irónico que, en la ciudad de Monterrey y su zona conurbada, la policía me haya detenido en tres ocasiones por conducir a “exceso de velocidad”. La última vez fue hace un par de horas.
            Lo que resulta paradójico es que, en todos los casos, no me desplazaba a más de 50 kilómetros por hora. ¿Cómo puede explicarse que me hayan detenido cuando conducía a una velocidad considerada como baja o, a lo mucho, moderada? La respuesta es que la velocidad es relativa, tanto como el tiempo, la distancia y algunos otros factores con los que nos encontramos en la vida cotidiana. Intentaré explicarlo.
            El concepto de velocidad se relaciona con la distancia que recorre un objeto y el tiempo que se invierte en ello, digamos que, si un automóvil avanza un kilómetro en diez minutos y otro lo hace en solo cinco, el segundo es más veloz. Eso es sencillo de comprender hasta para mí. Lo relativo depende de cierta comparación contra un parámetro establecido por alguna norma o autoridad, esto último permite calificar los 50 kilómetros por hora como velocidad alta o velocidad baja,
            De tal forma que si yo manejo mi auto a 50 kilómetros por hora en una autopista donde el límite permitido es de 110 kph se puede considerar que voy lento. Pero si conduzco a los mismos 50 kph por una zona escolar donde no se permite transitar a más de 30 kph entonces voy muy rápido.
Eso fue lo que me pasó en las tres ocasiones.
He manejado automóviles desde hace aproximadamente 30 años por diversas ciudades y carreteras de varios estados del país, nunca fui sancionado por exceso de velocidad, antes bien, otros conductores en repetidas ocasiones han hecho sonar sus bocinas para indicarme que voy muy lento y que los deje pasar, eso ocurre porque la alta velocidad me produce vértigo y porque no quisiera provocarme un accidente o dañar el patrimonio de otras personas. Por eso opto por ir a velocidades moderadas y por eso me sorprenden tanto que las multas digan: “Conducir a exceso de velocidad”.
Sí, es verdad, el problema de las multas no está en relación a la velocidad, sino a la falta de atención a los parámetros establecidos por la norma de tránsito. Lo cual me indica que debo poner particular atención a semáforos intermitentes, carteles de aviso y demás señalizaciones que regulen la vialidad.
Que mal plan, pero ni modos. Por cierto, en dos de las tres ocasiones en que he sido detenido se me ha perdonado la multa porque, por mi acento, los agentes adivinan que no soy nativo del estado y por tanto desconozco las normas, solo me amonestan de palabra y me piden leer y estudiar el reglamento de tránsito y vialidad de la ciudad. Eso haré y lo acataré, lo prometo.


miércoles, 8 de enero de 2020

161. Propósitos



Como cada año, sea la  final  o al  principio, los días están cargados  de  propósitos que enmarcan nuestras intenciones de modificar las cosas  que  se  han hecho  mal  y  lograr metas y objetivos de superación profesional, personal   y/o   familiar.   Como  todos   los demás,  yo  también   he   establecido  un propósito,  no  es  nuevo, es  el  mismo  de siempre, y como cada año, no sé si lo podré cumplir.
            No se trata de bajar de peso, aprender inglés, ascender en el trabajo hacer ejercicios o comer sano, aunque entiendo que esos debieran de ser, pero no, no es eso. Se trata de escribir, escribir todos los días, por lo menos una cuartilla, sea un cuentecillo, una idea, un texto desabrido o cualquier cosa que me pase en la vida. Lo importante para mí es escribir.
            Este asunto de la escritura no es nuevo, lo vengo arrastrado desde hace más de diez años, cuando inicié este blog y cuando comencé a escribir para un periódico campechano; a partir de ahí, lo vengo renovando año con año en forma invariable y también, en forma invariable, lo vengo incumpliendo por lo más disparatados motivos sin que me queden claras las razones para ese quebranto.
            A lo largo del tiempo, he buscado motivaciones diversas, en la época en que viví en la Ciudad de México, me reunía con un grupo de jóvenes escritores que me iniciaron en la redacción de cuentos breves, hice varios intentos, escribí varias historias con el único afán de expresarme y de encontrar la vena literaria.
            El año pasado, ya estando radicado en Monterrey, participé en un par de cursos de composición y creación literaria, lo que me dio algunas bases para estructurar de mejor manera mis narraciones y para la construcción de mis personajes. Todo ello se completó con mi participación en un nuevo grupo literario en el cual tratamos de realizar ensayos y cuentos de valor narrativo. Sin embargo, aún no encuentro la continuidad y la persistencia requerida.
            El asunto es que quiero escribir, disfruto mucho al hacerlo, me gusta sumergirme en el mundo de las letras, la combinación y composición armónica de las palabras, la estructuración de las oraciones, los párrafos y los textos. No sé si soy bueno o no en las tareas de la redacción, pero al final de cuentas, eso no importa cuando se encuentra el gusto y la satisfacción en una actividad, cualquiera que ella fuese.
            Este año, ya no cumplí de nuevo, ya han pasado siete días sin que siquiera haya intentado tocar una de las teclas de la computadora. Sin embargo, creo que aún es tiempo para reencontrarme con los textos y para publicarlos, por lo menos en este olvidado e informal blog de escribidor sin rumbo, sin idea y sin tema.
Retomemos entonces este nuevo intento y que las musas de la perseverancia me acompañen siempre.