jueves, 6 de agosto de 2009

44. 6 primarias

Ahora que lo pienso, es increíble lo que pasó conmigo cuando estudié la primaria, estuve en 6 escuelas. Si, fueron 6 las primarias en las que estudié y todas entre el primero y el tercer año. Cómo fue que no me volví loco, no lo sé, tal vez si me volví loco y no me he dado cuenta, o simplemente no quiero reconocerlo.

Todo empezó en la población de Cárdenas, en el muy querido estado de Tabasco, ahí me inscribieron a primer año de primaria en la escuela “Fernando del Rio”. Era una escuela muy viejita, sus paredes acusaban varias capas de pintura que iban del rojo al azul y de ahí al verde, el resultado era una mezcla confusa.

Los salones no tenían paredes hasta el techo por lo cual era difícil escuchar al maestro, no recuerdo que eso me haya importado mucho. Lo trascendente fue que a mitad de año nos cambiamos a un edificio nuevo, con salones bien ventilados, con sillas y mesas nuevas y muchos patios con árboles. Eso fue muy padre.

Para el segundo año de primaria mi papá se había sido trasladado en su trabajo al puerto de Veracruz, por lo que toda la familia nos cambiamos para esa ciudad. Inicié el curso en una escuela cuyo nombre no recuerdo. Quedaba cerca de la casa en que vivíamos. Pero a pocos meses de iniciado el curso nos mudamos de casa y aquella escuela me quedaba muy lejos por lo que me cambiaron a la “Manuel C. Tello” donde concluí el segundo año y me inscribieron al tercero.

El problema con esa escuela fue que el maestro de tercer año, un hombre mayor, con avanzada calvicie y prominente abdomen que se apellidaba Mazahua, se la pasaba fumando enormes y muy malolientes puros lo que me perjudicaba en mi problema de asma. Eran otros tiempos, al maestro se le permitía fumar en un salón lleno de niños de siete años.

Para terminar de agravar la situación, el maestro empezó a asistir a clases en estado de ebriedad. Entonces mi mamá decidió que yo no debía continuar en ese salón, pero como era una escuela muy chiquita, solo había dos grupos de tercer año uno de niños y otro de niñas, la única opción era cambiarme de escuela.

A la vuelta de mi casa vivía el profesor Campos, él era director de una primaria y además era campechano y seybano (paisano de mi papá) y toda vez que se enteró del problema propuso que me cambiaran a la que él dirigía. Mis papás estuvieron de acuerdo y me pasaron a esa escuela. Tampoco recuerdo el nombre de esa primaria, sólo recuerdo que el maestro era también de Campeche.

El problema con esta escuela era que estaba muy lejos de mi casa, además me tocó asistir en el turno vespertino y como me iba a ella y me regresaba a casa con el profesor Campos y él no siempre regresaba de la escuela directamente a su domicilio (tenía reuniones de trabajo o hacia algunas diligencias) entonces yo llegaba a mi casa entre las 9 y 10 de la noche. Eso no le gustaba a mi mamá por lo que unas semanas después sugirió un nuevo cambio de escuela.

Me cambiaron a la primaria “Miguel Macías” una escuela ubicada en pleno centro de Veracruz y a la vuelta del banco donde trabajaba mi papá. Ahí tenía una maestra que de primera impresión daba miedo pero nunca fue mala, al contrario, siempre fue muy amable y paciente. El que si era malo era el maestro de educación física, él nos ponía a marchar y si no llevábamos el paso nos pegaba en las piernas con un poliducto.

Llegando el mes de mayo le comunicaron a mi papá un nuevo cambio de residencia en su trabajo. La buena noticia era que el cambio era a Campeche lo que significaba que regresábamos a nuestra tierra; la mala era que eso significaba un nuevo cambio de escuela.

Entonces llegué a la primaria “Adolfo López Mateos” de mi querido Campeche, ahí terminé el tercer año de primaria y también terminó el viacrucis de escuelas ya que permanecí en ella hasta terminar el sexto año.

Yo no siento ni creo que tantos cambios de escuela, ambientes, compañeros y maestros haya afectado mi comportamiento o mi sistema sicológico o que me hayan creado severos traumas. No lo creo, aunque pensándolo bien, tal vez por eso es que soy muy tímido y me cuesta un tanto relacionarme con los demás e integrarme a los grupos (de verdad que soy así, créanme).

Lo cierto es que hay muy pocas personas que puedan presumir de haber estudiado la primaria en 6 escuelas distintas, y todo como resultado de las circunstancias, no de la mala conducta.

domingo, 2 de agosto de 2009

43. Compendio de Insultos en desuso


Tenía algún tiempo que quería realizar este trabajo, hasta ahora lo realicé. Faltan muchos insultos, de esos insultos que ya no se usan pero que encierran una gran poesía y la nostalgia por un tiempo que se fue; si alguien conoce más de estas palabras que las comparta para enriquecer este conciensudo y profundo trabajo.


Alcahuete: Persona o cosa que sirve para encubrir lo que se quiere ocultar.
Antipático: Persona que causa aversión.
Atarantado: Inquieto y bullicioso, que no para ni sosiega. Aturdido o espantado.
Atolondrado: Que procede sin reflexión.
Badulaque: Persona impuntual en el cumplimiento de sus compromisos. Persona necia, inconsistente.
Bandolero: Persona perversa
Basilisco: Persona furiosa o dañina.
Bastardo: Que degenera de su origen o naturaleza.
Bellaco: Malo, pícaro, ruin.
Bestia: Persona ruda e ignorante.
Bobalicón: Persona extremada y neciamente candorosa
Bodoque: De cortos alcances.
Botarate: Hombre alborotado y de poco juicio. Persona derrochadora, manirrota.
Bribón: Haragán,
pícaro, bellaco.
Canalla: Persona despreciable y de malos procederes.
Canijo: Mala persona.
Carcamal: Persona decrépita y achacosa.
Ceporro: Persona torpe e ignorante.
Charlatán: Que habla mucho y sin sustancia.
Chirusa: Mujer de comportamiento vulgar y afectado.
Decrépito: Dicho de una persona: Que por su vejez suele tener muy disminuidas las facultades.
Desalmado: Falto de conciencia, cruel, inhumano.
Desharrapado: Desheredado, muy pobre.
Embustero: Que dice muchas mentiras
Energúmeno: Persona poseída del demonio. Persona furiosa, alborotada.
Espantajo: Persona estrafalaria y despreciable.
Estólido: Falto de razón y discurso.
Fanfarrón: Que se precia y hace alarde de lo que no es, y en particular de valiente.
Fantoche: Persona grotesca y desdeñable. Sujeto neciamente presumido.
Fatuo: Falto de razón o de entendimiento. Lleno de presunción o vanidad infundada y ridícula.
Gacho: Malo, feo, desagradable.
Gandul: Tunante, holgazán.
Gazmoño: Que afecta devoción, escrúpulos y virtudes que no tiene.
Gaznápiro: Palurdo, simplón, torpe, que se queda embobado con cualquier cosa.
Granuja: Bribón, pícaro.
Muchacho vagabundo, pilluelo.
Guiñapo: Persona que anda con vestido roto y andrajoso.
Persona envilecida, degradada y moralmente abatida, o muy débil y enfermiza.
Haragán: Que rehúye al trabajo.
Holgazán: Dicho de una persona: Vagabunda y ociosa, que no quiere trabajar.
Infame: Que carece de honra, crédito y estimación. Muy malo y vil en su especie.
Ladino: Taimado, bellaco
Lángara: Persona que no es digna de confianza.
Lelo: Fatuo, simple y como pasmado.
Majadero: Necio y porfiado.
Malandrín: Maligno, perverso, bellaco.
Mamarracho: Persona o cosa defectuosa, ridícula o extravagante. Hombre informal, no merecedor de respeto.
Manirroto: Demasiado liberal, pródigo.
Marimacha: Mujer que en su corpulencia o acciones parece hombre.
Mentecato: Tonto, fatuo, falto de juicio, privado de razón. De escaso juicio o entendimiento.
Mequetrefe: Hombre entremetido, bullicioso y de poco provecho.
Mezquino: Falto de nobleza de espíritu. Pobre, necesitado, falto de lo necesario.
Mojigato: Que afecta humildad o cobardía. Beato hazañero que hace escrúpulo de todo.
Ñoño: Dicho de una persona sumamente apocada y de corto ingenio.
Paleto: Dicho de una persona o de una cosa: rústica, zafia y con falta de trato social.
Palurdo: Dicho por lo común de la gente del campo y de las aldeas: Tosca, grosera.
Papanatas: Persona simple y crédula o demasiado cándida y fácil de engañar.
Paparulo: Torpe, ignorante, ingenuo.
Patán: Hombre zafio y tosco.
Pelafustán: Pelagatos.
Pelagatos: Persona insignificante o mediocre, sin posición social o económica.
Pelele: Persona simple o inútil.
Pelmazo: Persona tarda en sus acciones. Persona molesta, fastidiosa e inoportuna.
Pícaro: Bajo, ruin, doloso, falto de honra y vergüenza.
Piltrafa: Persona de ínfima consistencia física o moral.
Pillo: Se dice de la persona pícara que no tiene crianza ni buenos modales.
Pusilánime: Falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes.
Rufián: Hombre sin honor, perverso, despreciable.
Sabandija: Persona despreciable.
Santurrón: Exagerado en los actos de devoción. Hipócrita que aparenta ser devoto.
Sátrapa: Hombre sagaz, que sabe gobernarse con astucia e inteligencia, o que gobierna despóticamente.
Soez: Bajo, grosero, indigno, vil.
Soso: Dicho de una persona, de una acción o de una palabra. Que carece de gracia y viveza.
Suripanta: Mujer ruin, moralmente despreciable.
Ruin: Bajo y despreciable.
Taimado: Bellaco, disimulado y pronto en advertirlo todo.
Tarado: Tonto, bobo, alocado.
Tarambana: Persona alocada, de poco juicio.
Tarugo: Hombre de mala traza, pequeño y gordo. Persona de rudo entendimiento.
Timorato: Dicho de una persona que se escandaliza con exageración de cosas que no le parecen conformes a la moral convencional. Tímido, indeciso, encogido.
Tosco: Grosero, sin pulimento ni labor.
Truhán: Dicho de una persona sin vergüenza, que vive de engaños y estafas.
Tunante: Pícaro, bribón, taimado.
Turulato: Alelado, estupefacto.
Villano: Rústico o descortés. Ruin, indigno o indecoroso. Hombre muy retirado y poco tratable.
Zafio: Grosero o tosco en sus modales o falto de tacto en su comportamiento.
Zángano: Persona floja, desmañada y torpe. Hombre holgazán que se sustenta de lo ajeno.
Zarrapastroso: Desaseado, andrajoso, desaliñado y roto.
Zonzo: Soso, insulso, insípido. Tonto, simple, mentecato.
Zopenco: Tonto y abrutado.
Zoquete: Persona fea y de mala traza, especialmente si es rechoncha. Persona tarda en comprender.
Zote: Ignorante, torpe y muy tardo en aprender.