sábado, 8 de mayo de 2010

99. El momento justo

¿Te ha sucedido? Justamente cuando alguien ocupa el centro mismo de todos tus pensamientos y te abandonas con placidez al recuerdo, ella llama o, mejor aún, ella llega. A este extraño fenómeno le podemos llamar de muchas formas: casualidad, azar, coincidencia, telepatía, sincronía o de mil maneras más. La tendencia actual es atribuirlo a la Ley de la Atracción.

La Ley de la Atracción en una corriente actual de mejora de la calidad de vida que señala que nuestros pensamientos influyen en la vida de los demás. Esto es, cuando enfocamos una situación determinada en nuestra mente, con una imagen visual clara y definitiva, provocamos a fuerzas ocultas en el universo que conspiran en nuestro favor y favorecen la materialización de esa imagen deseada.

Lo que enfocas provocas, dicen los expertos en esta ley. Yo realmente no sé si sea verdad o simplemente una casualidad, pero de que sucede, sucede. ¿A ti no te ha pasado? De pronto estás a mitad de la jornada laboral, enredado entre papeles, trámites, informes, reuniones y otros rollos completamente innecesarios y burocráticos pero que tienes que atender.

En un instante indeterminado y sin ninguna justificación o razón consciente, te abstraes de la realidad que te rodea y abruma y todos tus pensamientos se concentran en una imagen linda que sonríe y juega con su pelo. Te detienes a evocar momentos compartidos, a recordar cómo suena su voz y esa tonadita que utiliza al hablar y, sin querer, también sonríes.

Y ahí estás, detenido en el tiempo, flotando en una bruma fresca, acariciante y aderezada con un aroma conocido y reconocido; de pronto suena el teléfono y te encuentras de frente con un mensaje claro y conciso que te ha enviado precisamente la persona que tienes en la imaginación.

¿Es eso coincidencia, o es que la Ley de la Atracción aplicó en tu favor? ¿Es puramente casualidad, o es que la fuerza de los pensamientos abrió portales ocultos de correspondencia? ¿Es el azar, o son voces internas que encuentran canales secretos de afinidad, magnetismo y sintonía emocional? No lo sé, no lo tengo claro.

En este punto las opiniones se dividen, algunos estarán a favor de esta ley y otros reaccionarán en su contra argumentando miles de situaciones para derrocar sus preceptos. Yo estoy a favor de la Ley de la Atracción, me gusta creer que el pensamiento positivo genera reacciones positivas. Me gusta pensar que la buenas vibras viajan y se acunan en destinos ciertos, lo que a su vez, genera una respuesta favorable, cálida y deseada.


“¡Hola, que tengas un gran día!” solo eso, pero no importa, la conexión mental aplicó, la Ley de la Atracción operó, las fuerzas de la naturaleza convergieron, el círculo de la comunicación se cerró y nos envolvió. La vida sigue transcurriendo, eso es inevitable; lo que pase después será una nueva historia.

jueves, 6 de mayo de 2010

98. Los casinos

Algunas veces las ideas para escribir se me van extinguiendo. No sé por qué sucede eso pero sucede. Afortunadamente tengo muchos amigos que me ofrecen sugerencias acerca de temas que podrían ser abordados en algunas de las entradas de los blogs.

Por alguna extraña circunstancia, Oscar cree que sería buena idea que yo toque el tema de los casinos. Ya saben, esos establecimientos donde se hacen apuestas alrededor de la ruleta, frente a las mesas de blackjack o ya de plano en las máquinas tragamonedas.

No sé exactamente cuál sería el punto a tratar en una entrada con el mencionado tema. Podría referirme a que son como una enorme fábrica de sueños en la cual podríamos hacernos millonarios con un poco de suerte. Tal vez podría señalar que en la mayoría de los casos, la fortuna a abofeteado a muchos y los ha dejado literalmente con una mano adelante y otra detrás.

La verdad es que yo nunca he estado en un casino. El casino que queda más cerca de mi casa es el de Santa Elena, población ubicada en la zona libre de Belice (como a 6 horas de mi casa). De ahí en fuera, me parece que no existen casinos tipo las Vegas en territorio nacional. Al menos no de manera formal y abierta, ya que las leyes mexicanas no lo permiten.

Lo más cercano que he estado de vivir una experiencia de casino fue hace dos años, cuando asistí a un curso de capacitación en Tampico, Tamaulipas. Al terminar las actividades correspondientes a la capacitación, la delegación anfitriona organizó una velada tipo casino, hubo ruleta, Blackjack, póker, baccarat y otro juegos. El salón estaba ambientado y nos repartieron dinero tipo Monopoly o panchólares como comúnmente les decimos por acá.

La experiencia fue muy agradable, sobre todo porque si perdías tu “capital” bastaba con pedir más a los organizadores y seguir jugando y apostando a manos llenas. Por otra parte, y dado que la mayoría no sabíamos jugar ninguno de esos juegos, los croupier (así llaman a los encargados de repartir el juego en los casinos) al mismo tiempo que nos enseñaban, nos hacían sugerencias y señalaban las jugadas más convenientes. De esa forma ganar era fácil, yo inicié con 100 mil pesos y terminé con cerca de un millón. Lástima que fue dinero falso y mal habido.

En Campeche, el casino que todos conocemos, es un antiguo y conocido club social. El Casino de Campeche, que en los años setentas reunió a lo más granado de la sociedad campechana, y que ha venido a menos; de hecho, tal vez lo único que quede sea el membrete y su salón de fiestas, el cual ha visto pasar sus mejores días y languidece en medio de modestas fiestas para quinceañeras.

La novedad hoy, es que se construye a marchas aceleradas el local de un Play City, que por lo que tengo entendido es un local de juegos tipo tragamonedas combinado con restaurant bar y sala de apuestas para eventos deportivos.

Seguramente los primeros días estará lleno, después, cuando pase la novedad la asistencia reducirá mucho. Muy probablemente asistiré, pero les aseguro que no jugaré nada. Nunca me ha gustado apostar, no veo porque deba hacerlo ahora.