sábado, 26 de junio de 2010

109. Ya me contaron

Exactamente 24 horas después de reportar al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) la posibilidad terrible que sobre mí pendía, al poder quedar excluido del Censo de Población y Vivienda 2010, fui encuestado y con ello pasé a formar parte de las estadísticas mexicanas.

Realmente me quedé sorprendido ante la rapidez y la eficiencia en la respuesta de esta institución pública mexicana. Hago énfasis en ese hecho porque por lo general este tipo de empresas tienen muy mala reputación en nuestro medio; ya saben, la tan criticada y vilipendiada burocracia mexicana, pero que esta vez me han dado una lección con su muy alto sentido de la responsabilidad y con el compromiso y apego a sus objetivos, metas y funciones.

En la anterior entrada de esta Miscelánea mencioné que me había comunicado telefónicamente con un servidor público de la mencionada institución, pero no mencioné que igualmente envíe un par de correos a su dirección electrónica. ¿Porqué utilizar dos canales de comunicación? Porque pensé que si en uno no me escuchaban tal vez en el otro sí. La sorpresa es que los dos respondieron.

La llamada telefónica originó un reporte de la Central del INEGI en México a su Delegación en Campeche, el cual a su vez emitió un reporte que hizo que un par de supervisores y una encuestadora de nombre Yesenia Novelo, se presentarán a mi casa, se disculparan conmigo, me dieran suficientes explicaciones acerca de la calcomanía puesta en mi casa, levantaran el censo con amabilidad y cordialidad y se retiraran con toda tranquilidad, no sin antes fijar en mi puerta la calcomanía que certifica que mi hogar ha sido censado.

Pero la cosa no quedó ahí, los correos electrónicos que envié y que fueron recepcionados en la Dirección General del Servicio Público de la Información del INEGI originaron un reporte hacia la Coordinación de Enumeración en Campeche y esta, a través de su titular el Ing. Nelson Estrella Puc, se puso en contacto conmigo de manera inmediata ofreciendo todas las facilidades para que yo pueda ser encuestado. Todo antes de cumplirse 24 horas de mi queja lo cual me parece increíble.

Obviamente me comunique con el Ing. Estrella para informarle que ya se había cumplido la tarea de censarme, darle las gracias por las atenciones y alabar la eficiencia y alto sentido de la responsabilidad social del INEGI.

Por todo lo anterior era de particular justicia hacer esta entrada y con ello enfatizar la disposición y esmero de esta empresa pública mexicana; tengan en cuenta que se trataba de censarme solamente a mí (hecho que dejé en claro tanto en la llamada como en los correos) y mostraron preocupación por cumplir con la función que se les tiene encomendada.

Debo reconocer que si mi queja no hubiese sido atendida (cosa que me hubiese molestado y entristecido) la situación no hubiese pasado de una entrada negativa en este blog y luego de eso nada. No iba a hacer mayor escándalo ni llevaría el caso ante las más altas instancias gubernamentales ni nada de eso.

Sin embargo son este tipo de acciones las que te devuelven la confianza en el servicio público mexicano y las que nos comprometen a todos los que formamos parte, desde diversas trincheras, de la burocracia mexicana. Muchas gracias señores del INEGI por cumplir con eficiencia con sus tareas encomendadas y por hacer realidad uno de sus eslóganes publicitarios “En México todos contamos”.

miércoles, 23 de junio de 2010

108. Todos contamos

La publicidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dice claramente “¡En México todos contamos!” y añade “¡No te quedes fuera de la cuenta!”; con esa sentencia tan contundente y certera, con esta invitación que raya por muy poco en un regaño y que si le cambiáramos el tono, hasta parecería una advertencia ¿Cómo querían ustedes que yo me quede inmóvil ante la amenaza de ser excluido del Censo Nacional de Población y Vivienda 2010?

Él hecho real es que al llegar a mi hogar me encontré con la calcomanía del INEGI flanqueando la puerta principal, parecería que ya me habían censado cuando la realidad es que nadie me ha visitado, nadie me ha preguntado, nadie me ha contado. Y bueno, me parece que yo soy importante (al menos para mí) y además tengo derecho a formar parte de las estadísticas sociodemográficas nacionales, las cuales tendrían un importante sesgo si mis datos no aparecieran reflejados en ellas.

Debo aclarar que desde que empezó el Censo yo estaba en estado de alerta máxima por el hecho de que, durante el conteo realizado hace 10 años tuve que exigir la visita de los encuestadores a mi hogar, dado que estos, sin el menor empacho, pasaban a mi lado con gran indiferencia y sus ojos ni siquiera volteaban hacia mí.

Todo esto a pesar de que yo tengo un pasado vinculado a los censos, dado que yo fui encuestador durante el censo realizado en 1980 (por cierto, no recuerdo si recibí alguna remuneración económica o si realicé esa labor de manera altruista). En esos alejados tiempos encuesté a mis vecinos del barrio de San Román, fueron cerca de 16 a 20 casas y en términos generales, me gustó esa actividad.

Regresando al tema principal, decía que mi casa aparecía como censada cuando no era así; por lo que decidí consultar la página electrónica del INEGI y averiguar qué acciones podría realizar para reportar el hecho y para tratar de que mis datos formen parte del Censo 2010. No encontré un vínculo para reportar quejas, existe uno para solicitar información estadística o geográfica pero ninguno para dar a conocer estas inconformidades.

Entonces di con un número telefónico el 01 800 111 46 34 y decidí llamar, me contestó un joven de nombre Ángel Romo quien, luego de conocer el hecho me hizo describirle la calcomanía que luce mi hogar; resultó que ésta no corresponde a la de una casa censada sino a la de una vivienda deshabitada ¡Peor aún! Eso me enojó más, sin embargo me mostré paciente y conciliador (cualidades que son características muy calificativas de mi personalidad) y planteé la posibilidad de una negociación favorable para ambas partes.

El joven tomó los datos de mi casa y me aseguró que en los próximos días un asesor del INEGI se pondría en contacto conmigo para establecer una fecha y un horario accesible para hacer el levantamiento de la encuesta. Eso me tranquilizó mucho y me dio la confianza y la seguridad de que el censo, por lo que a mí respecta, estaría completo.

Sé lo que dirán, que una persona más o una menos no harán gran diferencia, la verdad es que no me importaría si no cuentan al señor que vive en la casa de al lado, o si se quedan sin contar a una señora que vive en San Caralámpio, o si les faltó encuestar a la vecinita de doña Lupe, pero si el que falta soy yo, entonces si me importa.

Por otra parte, les informo que el director del INEGI señaló a la prensa que esta institución buscará todos los mecanismos para que todos los mexicanos queden en la cuenta y agregó que los encuestadores tienen la obligación de visitar hasta tres veces las viviendas. Incluso, los encuestadores han censado en parques, puentes, centrales camioneras, mercados y calles en general para cubrir a los ciudadanos sin hogar (indigentes).

Esto representa un gran esfuerzo por parte una institución mexicana y por parte de más de 180 mil mexicanos que desde el 31 de mayo pasado, han recorrido la geografía nacional para tratar de buscar, encontrar y contar a todos los mexicanos; sería injusto que yo no cooperé al quedarme callado o al esconderme para no ser censado. Por si fuera poco, me sentiría muy mal al leer las cifras finales del censo y saber que yo no estoy en ellas.

Tienen razón, soy solamente un dato más que alimentará las cifras de un sector creciente de la población mexicana, es cierto, pero se trata de mí y eso para mí es importante.