sábado, 12 de septiembre de 2009

53. El pulpo

Hoy me comí un pulpo. En realidad no sé si se trató solamente de un pulpo o si fue menos de uno o más de uno. No importa, pero si debiera precisar, entonces diría que fue un plato grande lleno de una sabrosa ensalada de pulpo campechano.

Mientras lo degustaba, no podía dejar de pensar en las cosas hermosas que se pueden esconder detrás de una apariencia espantosa. Del pulpo se pueden decir muchas cosas, pero mentiría el que diga que es un animal bello. No lo es, definitivamente está muy lejos de serlo.

Sin embargo, tiene un sabor tan agradable al paladar, tan claro, definitivo e inconfundible que te hace olvidar su aspecto aterrador y te pone a pensar en sus bondades al gusto, en su generosidad nutricional y en el valor que agrega a cualquier mesa.

No puedo dejar de alabar la valentía de aquel primer hombre que se atrevió a comerse a un pulpo, seguramente el nivel de hambre que padecía en ese momento debió ser épica, monumental e histórica. Imaginemos ese momento:

“…8 o 9 días sin comer en alguna isla del Pacífico Sur, en un intento desesperado entra al mar, trata de capturar un pez. No puede, son demasiado rápidos. Entre las piedras ve algo que se mueve, tentáculos que se agitan en medio del mar. Duda un poco, el aspecto de esa criatura no es agradable, pero el hambre le estruja las entrañas”.

“Se decide y después de muchos intentos, lo toma con una mano, no le gusta lo que siente. Aprieta un poco y el pulpo suelta su tinta. Nuestro personaje cree que el pulpo se desangra y muere pero casi al mismo tiempo siente algo que se pega a su brazo y lo absorbe. Con un movimiento rápido saca a la criatura del mar y la deposita en algún recipiente. Regresa a casa con una mezcla de sentimientos, tiene algo que podría comerse pero no sabe qué es ni cómo lo guisará...”.

Supongo que el proceso para descubrir la manera de cocinar al pulpo fue lento, que se sucedieron muchas pruebas, se experimentaron muchas modalidades y trascurrieron numerosos años antes de encontrar la forma óptima de prepararlo. Y sospecho que el modo definitivo de sazonar, condimentar y aderezar al mencionado pulpo fue obra y gracia de alguna mujer anónima: heroína de la cocina, dueña y señora de los secretos del arte culinario. ¡Bendita mujer!

El mundo siguió rodando y las personas nos fuimos acostumbrando a comer el pulpo en múltiples formas. A mí sólo me gusta en ensalada y en coctel, no lo como de otra manera, no hace falta, puedo comerlo siempre de la misma forma y sentirme satisfecho y complacido con su agradable sabor.

Yo creo que la enseñanza es que no debemos dejarnos llevar por las apariencias, que detrás de un aspecto desagradable puede esconderse un ser de una riqueza enorme, de una sustancia rica, de un espíritu enorme y desprendido. Mis hijos no aprendieron la lección y no han querido probarlo. Ni modos, me lo seguiré comiendo yo solo, favor que me hacen.

Algo más que me gustaría agregar, me preocupa ver que los pulpos que nos venden son cada vez más pequeños, parecen arañitas. Yo podría dejar de comerlo varios años con la finalidad de permitir su adecuado crecimiento, su necesaria reproducción y su precisa conservación en nuestros litorales. Si se declarara una veda de 5 u 8 años yo la apoyaría.

Podría hacer un sacrificio con tal de asegurarme la posibilidad de seguir comiendo ensalada de pulpo, de delicioso y nutritivo pulpo, en el futuro.

viernes, 11 de septiembre de 2009

52. La vida sencilla

Siempre he creído que la vida es sencilla, espontanea y clara, que las cosas siempre fluyen naturalmente, sin prisas, sin acechanzas, sin complicaciones. La vida es así y así debemos dejarla transcurrir ¿Para qué detenerla?

Si, la vida es llana, es simple, es fácil de adivinar lo que sucederá mañana: el sol saldrá, las olas llegarán a la playa, por la tarde quizá lloverá, en la noche la luna regalará su brillo; las personas seguirán haciendo su vida, algunos serán felices y otros no, algunos se amarán y otros se olvidarán, habrá encuentros y también despedidas. Así es la vida, así de sencilla.

En la vida limpia y abierta las cosas son justamente lo que aparentan ser, las palabras significan exactamente lo que representan, no hay vueltas ni dobleces, no hay otras intenciones ni diversos matices; sí, significa sí; no, significa no; tal vez, significa tal vez. Una sonrisa es siempre una sonrisa y una flor es solamente una flor.

En el mundo de las cosas sencillas las personas pueden ser felices o pueden no serlo, no hay términos medios, no hay complicaciones, no existen sentimientos extraños ni emociones que enmarañen el pensamiento y enturbien el corazón. No, no existe nada de eso.

En la vida franca y natural los hombres y las mujeres se encuentran y se reconocen, no hacen estrategias, no planean las palabras, no calculan las intenciones; simplemente se muestran nítidos, sonríen sin miedo, dibujan el alma sin rubores y permiten que la vida emerja de aquí, de allá y todos lados.

Yo anhelo esa sencillez, yo busco esa claridad, yo deseo esa naturalidad que envuelve a las cosas de la vida cotidiana. Sí, esa es la vida sencilla y llana que yo deseo.

martes, 8 de septiembre de 2009

51. Los secundarios

Hoy terminé mi artículo sobre la secundaria, era un compromiso que tenía con mis ex compañeros de la Prevo. Ya hacía mucho tiempo que me habían pedido escribir algo sobre ese tiempo y hasta hoy pude hacerlo y enviarlo inmediatamente al periódico.

La época de la secundaria fue el mejor tiempo de mi etapa de estudiante, y coincidentemente, la mayoría de las personas con quienes compartí ese periodo opinan de igual forma. Tal vez por eso nos hicimos amigo y seguimos viéndonos en la actualidad.

La secundaria fue como un enorme recreo en medio de una Primaria difícil y de una Preparatoria complicada para mí; en la secundaria todo se fue en juegos, bromas, relajo, escapadas y diversión; hacer amigos, ir a bajar mangos a los terrenos cercanos, escuchar música de moda, vagar por el rumbo y reír mucho. No había ninguna preocupación.

Con respecto al estudio, debo señalar que no tuve que hacer ningún esfuerzo para superar mis asignaturas. No recuerdo haber tenido necesidad de estudias para superar algún examen, me bastaba con las explicaciones que daban los maestros en clases (las cuales si atendía puntualmente) o con las exposiciones de los compañeros. Cierto, no sacaba 10 ¿Pero eso a quién le importaba? A mí no y creo que a mis papás tampoco.

El caso es que casi 30 años después de concluir la secundaria me dio por escribir para un periódico local (los artículos se recopilan en
http://apuntesenfuga.blogspot.com) y desde los primeros textos publicados, mis ex compañeros de la generación 1976-1979 me pidieron que escribiera algo sobre ese tiempo.

Mi intención fue escribir inmediatamente un artículo, pero la verdad es que me entretuve con otros temas y lo referente a la secundaria iba quedando en el tintero, pero anoche surgió la inspiración y me dediqué con singular alegría a escribir, hoy lo revisé, hice algunas correcciones y lo envié al periódico. Ellos deciden cuándo publicarlo, yo espero que sea antes del sábado.

En el artículo no menciono los nombres de ninguno de mis amigos y compañeros, la verdad es que me hubiera gustado mucho hacerlo (de hecho empecé a relacionarlos pero luego borré el párrafo) pero temí olvidar a alguno, me hubiese dado mucho coraje ver el artículo publicado y recordar a alguno de los importantes.

Intentaré hacerlo en este espacio, seguramente olvidaré a muchos, pero haré un esfuerzo:

Matilde Cuevas, Sandra Arroyo, Graciela Cuc, Mayra Minaya, Cilene Calderón, Jacqueline Ganzo, Rebeca Reyes, Conchita Olivares, Mercedes Rodríguez, Graciela Hernández, Herminia Gómez, Lolita Vera, Rosa Quintal, Carlos Góngora, Fernando Mendicuti, Humberto Minaya, Ricardo García, Salvador Casanova, Román Flores, Audomaro Barrera, Ricardo Cobos, Abraham Bagdadi.

José Pech González, Francisco Sánchez Rebolledo, Juan Enseñat, Manuel Segovia, Alejandro Vela, Martina y Lupe Parrao Vargas, Lupe Cuc, Martina Chi, Patricia López Oliva, Sara Cáceres, Lolita Cervantes, Lucy Ruiz, Cecilia y Guillermo Medina Coll, Jorge "La Bola" Diáz Pérez, Raúl Palomo, Lilia Martín del Campo, Román Delgado, el Cuervo y el Pingüi, el pájaro Rodríguez Aldecoa, Criollo Vera, Yepez Pech, Felipe Arispe, Pablo Fuentes.

Edgar Berrón, Pedro Zetina Medina, Eduardo Santamaría, Francisco Cervera, Gabriela Aguilar, Víctor Estrella, Carlos Estrada, Carlos "El chivo" Encalada y su hermana, Genny Alpuche, Fernando Manzanilla, Mónica Bolio, Marín Cahuich, Miriam Sahagún, José y Josefina Sosa Ureña, Julio Rivadeneyra, Evarista, Lino Romero, Víctor Rivero, Ariadna y Víctor Dzib Heredia, Gabriel Mendoza, Aída López, Alejandro López Carpizo, Martín Pacheco, Julio "la pantera" Montejo, Olivera Valladares, Foster, Navedo, Angulo, Leal, Colima, Otolaza Can.

María Castellanos, Rosario Roldán, Chuc López, Gerardo Fernández, Clementina, Queta Reyes, Hortensia Sánchez, Isela Martín Fuentes, Montserrat Pacheco Castro, Bautista Vázquez, Rilma, Chachi Martínez, Ileana, Aurea Domínguez, Javier Romero(Javo), Ramón Chan López, Noceda, Carlos Cobá.

Me acordé de 100 (y yo 101) pero la generación era de casi 250 alumnos, estoy olvidando a muchos, lo cierto es que recuerdo a otros más pero solo por sus apodos, como los hermanos alma negra, el flaco, el chino, entre otros. Seguramente se me estará olvidando alguien importante, ni modos, ya lo incluiré después.

Terminaré esta entrada como terminé el artículo, enviándoles un cordial saludo a todos y deseándoles mucha salud y bienestar, ojala podamos reunirnos pronto para seguir divirtiéndonos como antes.
Posteriormente agregados:
Diana Comas Soberanis, Montero Espadas "Pocboc", Ventura Marín Contreras, Lorena Cosgaya Maldonado, Maricela Cobos, Jacqueline May, Socorro Gasca, Pérez y Pérez y su hermana, Guillermo Murguia, Susana Requena, Zarate, Margarita Polanco, Francisco Cervera,