martes, 23 de junio de 2009

30. ¿Bañarse o no bañarse?

Tengo flojera de bañarme, no me da pena decirlo. Tengo mucha flojera de bañarme. Pero lo voy a tener que hacer, ni modos. No queda más remedio que bañarse todos los días, al parecer no existe alternativa ni tarea alguna que puedan suplantar el baño corporal. Nada, ni siquiera una actividad pequeñita.

En realidad no debo de estar sucio, no lo creo, ni siquiera debo de estar sudado. En primera instancia trabajé hasta las cuatro de la tarde dentro del aire acondicionado. Más tarde estuve una hora entera nadando en la alberca del Seguro Social. Seguramente ahí sudé un poco, pero todo se diluyó en el agua (la cual tenía mucho cloro); además de que después de nadar me di una ducha en los vestidores (aunque no me jaboné). Todo eso me hace pensar que si bien no estoy del todo limpio al menos no estoy muy sucio que digamos.

Sin embargo, las normas sociales no escritas indican que todos debemos bañarnos todos los días (no considero que esta sociedad esté calificada para juzgar el nivel de asepsia que tengo en el cuerpo) además mi mamá me enseñó cuando niño que debo bañarme diariamente. Yo creo que ella debe haber invertido sus mejores habilidades educativas en lograr que me bañe todos los días y se sentiría frustrada si se entera que hoy no me bañé.

Es importante señalar que el agua debe estar caliente desde hace un buen rato (por este rumbo de la ciudad el agua se enfría mucho, más cuando está nublado o ha llovido), mi ropa de dormir (no mucha) está lista y esperándome, todo está en orden. Todo se remite a tomar la decisión de entrar al baño y bañarme.

El proceso de toma de decisiones es algo que no es muy difícil para mí, de hecho soy muy bueno para dos cosas: análisis de procesos y toma de decisiones. En cuanto a la primera tarea todo se remite a determinar los límites del proceso, esto es, en qué momento inicia las tareas relativas a bañarme y en qué momento terminan; en este sentido, puedo incluso precisar cuáles son las tareas innecesarias (las que retrasan el proceso) y sugerir actividades de mejora que agreguen valor y satisfacción al usuario (en este caso yo).

En cuanto a la toma de decisiones, es cuestión de ponderar las alternativas de decisión existentes, analizar las ventajas y desventajas de cualquiera de las decisiones que estén dentro del ámbito del problema en cuestión (en este caso, bañarme o no bañarme). A partir de ahí tomar la mejor alternativa de decisión y sustentarla con un programa de trabajo que asegure su cumplimiento. Esta fácil, no?

Todo lo anterior está muy bien, excelente, pero entonces… ¿Qué onda? Mmm… no sé… tal vez sea conveniente dejar pasar unos minutos más antes de tomar la decisión crucial de entrar al baño.

Creo que el problema no reside en bañarme o no (finalmente tendré que bañarme, ya lo sé, no tienen que gritarme ni insultarme) la dificultad está en determinar el momento justo en que deberé iniciar las tareas relacionadas con bañarme.

Si decidiera bañarme en este momento no podría seguir escribiendo este artículo, además de que cuando salga del baño y esté limpiecito y oloroso ya no tendría sentido continuar con este concienzudo análisis. Si decido esperar más tiempo tal vez me dé más flojera hacerlo, o bien, el resultado de bañarme muy noche será que se me quitará el sueño y me quedaré despierto hasta las dos o tres de la madrugada. ¿Entonces?

Bien me bañaré ahora, esto implica que este artículo se terminó, se acabó, no más análisis ni reflexiones, la decisión ha sido tomada. Ya decía yo que soy muy bueno para tomar decisiones con grado de dificultad tres.

2 comentarios:

  1. ah! que mas da! seré lectora frecuente de este sitio!
    enriquezco su entrada con mi experiencia...
    yo amo el momento del baño, pero solo a partir de que empiezo a mojarme, y la fascinación termina cuando tengo que cerrar la llave de la regadera. Todo el pre, y el post, es realmente una lata.

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  2. me enamore de la dani k hermosa ya kiero k me bañe ella jiji

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