martes, 16 de febrero de 2010

84. Ya ni modos

Debo reconocer que al final flaqueé, sentí el impulso, el deseo y la necesidad de estar ahí; pero ya era demasiado tarde, ya nada podía hacerse. La decisión estaba tomada y era imposible dar marcha atrás.



Tal vez si esa pasión hubiese llegado unos días antes hubiese podido rectificar, pero no fue así, surgió el mismo sábado por la mañana. Eso evitó cualquier intento por corregir las cosas. No me quedó más que ser un simple espectador en el desfile de la vida.



Ya lo había comentado, desde que empezó el año me sumí en una etapa de desánimo generalizado; eso, aunado a la lamentable condición de mis rodillas, me hicieron decidir no participar en la comparsa de los “Alcohólicos Armónicos” (en esta ocasión presentaron un baile de mosqueteros) en el desfile de sábado de carnaval. En ese momento sentí que estaba bien y que no tendría problemas. De hecho, ni siquiera asistí a ningún ensayo para saludar a los amigos, criticar, burlarme de ellos y acompañarlos a tomar dos cervezas.



Pero llegó el sábado, el día del Bando (así le llamamos al principal desfile del carnaval campechano) mi primer pensamiento fue: “Estaría ya listo mi disfraz, solo le daría los últimos toques y ya”. Pero era inútil, no estaría presente en el bando.



Recordé la rutina de los últimos años de sábado de bando, preparar el disfraz, una mochila con ropa para después del baile, pasar a comprar chicharrón y una canastilla de cervezas para ponerse en ambiente. Pasar a saludar a mis hijos y cotorrear un rato con ello. Como a las doce del día, ir con mi mamá si es que el traje necesita alguna costura o ajuste de último minuto, sino, ir a ver a mi hermano para preparar neveras y tomarnos las primeras.



Cuando se aproximen las dos de la tarde sería el momento de reunirnos con el resto de la comparsa en un lugar previamente acordado. Ahí hay más cervezas y por lo general mucha comida; chicharrón, pescado, buche relleno, carnitas, botanas, etc. Es importante señalar que se tiene especial cuidado con las cervezas y la comida, porque nos espera un desfile de más de tres horas y, aún cuando llevamos un baño portátil, es mejor prevenir a tener que enfrentar una urgencia de tipo fisiológico.



Como a las 4 de la tarde ya estamos listos, es hora de recoger todo e irnos al lugar desde donde iniciaremos el baile, por lo general es la avenida Fundadores. Hacemos el último ensayo, saludamos a otros amigos, nos tomamos la foto oficial, vemos a las edecanes de las cervecerías, hacemos del baño por última vez y pasadas las 5 de la tarde iniciamos el recorrido de cerca de 3 kilómetros de que consta el bando de carnaval.



Es importante señalar que, al menos yo, casi no tomo cervezas durante el recorrido, no da tiempo, todo es bailar y bailar y, mientras bailamos, nadie debe tener lata alguna en las manos. Cuando pasamos frente al jurado es cuando hacemos el baile más cuidadoso, tratamos de que todo nos salga bien, que nadie se equivoque, esa es la fórmula para obtener buenos resultados.



Al finalizar el recorrido todo se vuelve diversión, comentarios, anécdotas, bromas, cervezas y más cervezas. Traslado a casa de Oliverio, carnes asadas y más cervezas, bromas, vaciles y diversión. Así es como normalmente transcurría el sábado de Bando.



Este año fue distinto, fui un espectador del bando, de la diversión y el baile. Es cierto, tenía que considerar a mis rodillas, pero creo que pude haber aguantado tranquilamente el baile. Ni modos, la rutina fue distinta, pero de alguna forma la pasé bien.



¿El año que viene? El año que viene ya veremos.

3 comentarios:

  1. Ya saldrán el próximo año, y ahí estarás!

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  2. el proximo año puedes bailar en la comparsa d discapacidad xD jajajajaj ntc papiringow tkm!!!

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  3. jajajaja!! puedes bailar kon tio oliverio ai xD

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