No, a mí no me gustó Oaxtepec, de verdad que no. El centro vacacional Oaxtepec se ve como un conjunto de edificios sesenteros, con muebles y decoración de la misma época. Y no es que no me gusten las edificaciones de esa época, no, no es eso. Lo que pasa es que se ve tan descuidado que da cierta pena.
La semana pasada, por motivos laborales, tuve que trasladarme a Oaxtepec, en el central estado de Morelos, en ese lugar se ubica uno de los cuatro Centro Vacacional propiedad del Instituto Mexicano del Seguro Social; yo había oído hablar mucho de ese sitio y debo confesar que tenía muchas ganas de conocerlo. La ocasión surgió derivada de mi participación en un curso de capacitación.
El complejo está integrado por varios hoteles, cabañas, áreas para acampar, restaurantes, canchas deportivas, albercas con toboganes, fosa de clavados, instalaciones culturales, comerciales y recreativas; gimnasio, baños con vapor, café-bar, salón de juegos y servicios digitales de Internet, museo, auditorio, área para congresos y convenciones, hibernadero y otros servicios diseñados para hacer amble la estancia.
Sin embargo, a mi llegada, la primera impresión corrió a cargo del restaurante “Meseta”, es un edificio muy grande, con techos altísimos pero sin estampa alguna de restaurante; parecía un antiguo salón de baile, de esos que vivieron sus épocas de gloria a principio de los años setentas. Esa idea se reforzó con el decorado de sus paredes, abanicos fabricados con ganchos para colgar ropa, me hicieron recordar las fiestas de “quinceaños” en el barrio.
De ahí en adelante, no hubo nada que me hiciera recordar que estaba en año 2010. La llamada Torre Parlamentaría, con su inadecuada y semicircular distribución de mesas (lo mejor fue que al salir de ese salón me pegó de golpe el impresionante perfil del volcán Iztaccihualt, podía haberme quedado mucho tiempo más contemplándolo).
Los pasillos de pisos obscuros y bordes de piedras pequeñas, las celosías octagonales, las baldosas grises, los muebles del hotel, los pasamanos de las escaleras, las conexiones eléctricas, los raídos paños de las mesas de billar, las barras de madera de sus bares, todo, todo hacia recordar los años setentas.
En el colmo de la evocación, recordé a Alex Dínamo, el personaje que interpretara Julio Alemán en la película “Peligro.....! Mujeres en Acción” (1969) y que emulaba al mítico espía James Bond. A mi mente también acudieron escenas de los hoteles y las casas que aparecían en las películas de Mauricio Garcés.
Debo reconocer que algunas cosas si me gustaron mucho, como la Cúpula Geodésica, un enorme domo de cristal que cubre un manantial de aguas sulfurosas (el olor es bastante tolerable y al cabo de unos minutos se torna imperceptible). Sus muy bien cuidados jardines, enormes albercas y su equipado gimnasio. Lamentablemente no tuve oportunidad de pasear en el funicular, me hubiera gustado admirar el paisaje desde esa perspectiva. Ni modos, será en otra ocasión.
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