lunes, 14 de septiembre de 2009

54. La música de mi vecino

Resulta que a mi vecino se le acumularon las emociones y decidió expresarlas con lo mejor de su repertorio musical, el resultado de ello es que desde las 8 de la mañana estoy escuchando corridos, música norteña, ranchera y otros ritmos surgidos del folclor nacional.

Lo más decente que he oído hasta este momento es una canción del grupo “K-paz de la Sierra” y el legendario “Corrido del Caballo Blanco”, de ahí en fuera, puras y auténticas joyas surgidas de la inspiración de algún ensombrerado bigotón que seguramente habita en alguna lejana región al norte del país.

No es que no me guste esa música, pero es tan ajena a nuestra cultura regional que se hace extraño escucharla; por otro lado el acordeón y el tamborazo no producen precisamente la melodía necesaria para la relajación y el abandono de los sentidos.

Por otra parte, no entiendo porqué el amable y gentil vecino de la casa de enfrente, trata de imponernos, a toda la colonia, sus gustos musicales. Bien podría deleitarse con sus canciones a un volumen en el cual las pueda disfrutar sin necesidad de que todos nos enteremos de sus preferencias. El volumen altisonante me hace pensar en un equipo de sonido con casa incluida.

Por un momento intenté contrarrestar su música con algunas mías, pero es imposible, mi equipo no tiene la potencia requerida y por otra parte todo se volvió un revoltillo de acordes entre el repetitivo son de sus acordeones y la suave cadencia de mis saxofones. El resultado fue difícil de entender y de digerir.

Recuerdo cuando me pasé a vivir por este rumbo de la ciudad, no habían tantas casas y por lo consiguiente tampoco muchos vecinos, podía disfrutarse de la calma y del silencio que a veces se interrumpía por los sonidos de la naturaleza, pero con esos no hay problema porque armonizan con el entorno y suelen disfrutarse.

Con el pasó de los años construyeron más calles y más casas que inmediatamente fueron habitadas por muy variados, alegres y melódicos vecinos, los cuales a cualquier hora y en cualquier momento hacen vibrar sus potentes equipos de sonido con los mejores sones de mi tierra y sus alrededores.

Y no queda de otra más que tener paciencia y esperar a que pase el fervor musical (cosa de algunas horas) que cambien sus gustos musicales (muy difícilmente) o tomarle gusto a esos ritmos para que cuando menos disfrutemos de las canciones y los compases anorteñados. Ni modos.

1 comentario:

  1. jajajaj me acuerdo cuando cantabas esa k tu vecino ponia, la d:

    ..me duele la cara d ser tan wapo...

    jajajajajaja...

    mily

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