viernes, 14 de agosto de 2009

45. Estoy bien


Desde hace algún tiempo, he descubierto (con satisfacción) que hay mucha gente que se preocupa por mí, a todos ellos les digo: estoy bien, se los aseguro, de otra forma ya se los hubiese dicho y ya les habría pedido ayuda. Para eso son mis amigos.

En cualquier momento de la vida, por el motivo que sea, invariablemente surge la pregunta: ¿Cómo estás? ¿Todo está bien? Y la respuesta surge en el mismo tenor: no pasa nada, no hay problema, todo está bien, yo estoy bien, gracias por preguntar.

No sé porqué consideran, sospechan o se imaginan que algo negativo pasa en mi vida, que algo no está bien conmigo, que necesito hacer cosas urgentes para modificar ciertas condiciones, que requiero tomar medidas drásticas que me ubiquen en otras circunstancias, las cuales ellos suponen sería las más adecuadas para mi particular bienestar.

Yo pienso que se están dejando arrastrar por algún viejo paradigma social, pero reconozco que lo hacen con la mejor de las intenciones, que todo se centra en una genuina preocupación por mí y por lo que consideran sería lo mejor para mí; obviamente que eso me da una idea particular del afecto que sienten hacia mi persona y de la calidad de amistad con la cual me favorecen y complacen.

Yo les aseguro y declaro públicamente que estoy bien, que me siento cómodo, sano y fuerte, que estoy disfrutando de mi tiempo, de mis momentos y de la vida que estoy viviendo. Que no tengo inquietudes, ni preocupaciones, ni desesperanzas, ni angustias, ni desvelos, ni sufrimientos, ni amarguras, ni desánimos, ni rencores, ni desalientos, ni impaciencias, ni ningún sentimiento que se le parezca y que ponga en peligro mi estabilidad emocional, física y mental.

Estoy viviendo las circunstancias que me ha tocado vivir, las cuales he terminado por aceptar y por disfrutar, las estoy viviendo sin prisas ni remordimientos, así como vienen, sin forzar situaciones ni obligar condiciones. Estoy divirtiéndome y nada me preocupa.

Como lo que tengo que comer, duermo cuando tengo que dormir, me despierto cuando quiero y voy a donde me plazca. No hago tonterías ni corro riesgos, no tomo decisiones precipitadas ni juego juegos que no sé jugar. Canto las canciones que sé cantar, aprendo letras nuevas y olvido otras tonadas. En ocasiones camino rápidamente por caminos conocidos y me voy con cuidado cuando no conozco la senda.

A veces me da por soñar cuando estoy despierto y después olvido esos sueños. Me gusta escuchar al viento y escribir mis historias. Disfruto correr y nadar, platicar y tomar café. Me duelen mis rodillas pero no me importa. Vivo solo pero no estoy solo. Estoy bien, me siento bien, motivado, alegre y muy tranquilo. ¿Qué más? No, nada más.

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