martes, 7 de julio de 2009

36. Tecleos sin ton ni son

Hay días en que es muy difícil encontrar un tema para escribir. Hoy es uno de esos días. En ocasiones pasan muchas cosas durante la jornada y casi sin querer van surgiendo las ideas y las motivaciones para enfrentarse al teclado de la computadora. Pero hoy no ha pasado nada y nadie dijo algo importante o que mueva a alguna reflexión.

Por tanto tengo que empezar los ejercicios de vagabundeo mental, principiar los tecleos sin ningún propósito definido y esperar que durante el trayecto algo surja… Por lo general a esta altura ya se me ocurrió algo y continúo escribiendo sin mayor problema, pero en esta ocasión no llega nada.

Se me ocurren dos alternativas: la primera es concluir el escrito en este punto y ponerme a ver televisión, oír música o dormirme un rato. La segunda va en el sentido de seguir escribiendo y hacerles creer a todos que tengo una idea concreta y todo lo plasmado anteriormente es solo para hacerles pensar que no tengo nada en la mente.

Las dos alternativas son sumamente atractivas, aunque debo reconocer que la primera es irse por lo fácil y eso es algo que he hecho demasiadas veces en mi vida. La segunda es más complicada porque debo ser demasiado astuto para llevar el engaño hasta el final del texto y además hacerlo de tal manera que no se produzca sospecha alguna.

Esto último será extremadamente difícil porque los estoy previniendo, esto es, ustedes ya saben que podría estar falseando los propósitos de este artículo, que mi intensión sería fabricar un ardid literario y por tanto ustedes no creerán nada de lo dicho. Entonces este escrito no cumpliría sus objetivos. Eso me molestaría mucho.

Por otra parte, si detengo mi escritura en este momento sabrán que en realidad no tengo tema alguno y todo lo escrito anteriormente es solamente para entretenerlos y para hacerles creer que intento hacerles pensar que no tengo tema, cuando en realidad el tema es que no tengo tema. Eso está medio enredado pero tiene sentido, al menos desde mi punto de vista.

Finalmente voy a decir la verdad, aunque creo que ya la saben, no tengo tema para escribir, lo único que he estado haciendo es tratar de buscar, sobre la marcha, un argumento que justifique todo lo escrito, pero a estas alturas sigo sin tener un hecho cierto o un pensamiento claro y razonablemente válido para justificar todas estas letras sin sentido.

En realidad, me parece que les he estado haciendo perder el tiempo. Están leyendo algo que no tiene razón, que jamás debió de haberse escrito; eso es muy lamentable porque todo este tiempo ustedes pudieron estar leyendo un texto que les haya dejado alguna enseñanza, reflexión o conocimiento nuevo o que al menos les haga reír o pensar; en vez de eso malgastan sus valiosos minutos en este artículo sin tema. ¡Qué mala onda la mía!
Espero que algún día puedan perdonarme y que esta farsa no sea causa para no volver a leerme nunca más. Espero pronto tener un argumento decente que me permita reconciliarme.

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