Como cada año, sea la final o al principio, los días están cargados de propósitos que enmarcan nuestras intenciones de modificar las cosas que se han hecho mal y lograr metas y objetivos de superación profesional, personal y/o familiar. Como todos los demás, yo también he establecido un propósito, no es nuevo, es el mismo de siempre, y como cada año, no sé si lo podré cumplir.
No
se trata de bajar de peso, aprender inglés, ascender en el trabajo hacer
ejercicios o comer sano, aunque entiendo que esos debieran de ser, pero no, no
es eso. Se trata de escribir, escribir todos los días, por lo menos una
cuartilla, sea un cuentecillo, una idea, un texto desabrido o cualquier cosa que
me pase en la vida. Lo importante para mí es escribir.
Este
asunto de la escritura no es nuevo, lo vengo arrastrado desde hace más de diez
años, cuando inicié este blog y cuando comencé a escribir para un periódico
campechano; a partir de ahí, lo vengo renovando año con año en forma invariable
y también, en forma invariable, lo vengo incumpliendo por lo más disparatados
motivos sin que me queden claras las razones para ese quebranto.
A
lo largo del tiempo, he buscado motivaciones diversas, en la época en que viví
en la Ciudad de México, me reunía con un grupo de jóvenes escritores que me
iniciaron en la redacción de cuentos breves, hice varios intentos, escribí
varias historias con el único afán de expresarme y de encontrar la vena
literaria.
El
año pasado, ya estando radicado en Monterrey, participé en un par de cursos de
composición y creación literaria, lo que me dio algunas bases para estructurar
de mejor manera mis narraciones y para la construcción de mis personajes. Todo ello
se completó con mi participación en un nuevo grupo literario en el cual
tratamos de realizar ensayos y cuentos de valor narrativo. Sin embargo, aún no
encuentro la continuidad y la persistencia requerida.
El
asunto es que quiero escribir, disfruto mucho al hacerlo, me gusta sumergirme
en el mundo de las letras, la combinación y composición armónica de las
palabras, la estructuración de las oraciones, los párrafos y los textos. No sé
si soy bueno o no en las tareas de la redacción, pero al final de cuentas, eso
no importa cuando se encuentra el gusto y la satisfacción en una actividad,
cualquiera que ella fuese.
Este
año, ya no cumplí de nuevo, ya han pasado siete días sin que siquiera haya
intentado tocar una de las teclas de la computadora. Sin embargo, creo que aún
es tiempo para reencontrarme con los textos y para publicarlos, por lo menos en
este olvidado e informal blog de escribidor sin rumbo, sin idea y sin tema.
Retomemos entonces este
nuevo intento y que las musas de la perseverancia me acompañen siempre.
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