martes, 17 de agosto de 2010

118. La carrera de la salud

Edoardo, sus tenis nuevos y yo llegamos apenas unos minutos antes del disparo de salida, apenas tuvimos tiempo de saludar a algunos amigos y compañeros de trabajo y de elegir una posición de salida cuando el grupo de corredores inició la Tercera Carrera Matutina por la Salud, detrás de ellos salimos nosotros, lo que participamos en la modalidad de caminata.

Esta competencia, que más que eso, es una convivencia familiar, amistosa, armónica, relajante y saludable, llegó en un excelente momento, justo cuando he retomado los hilos del deporte y el cuidado de mi salud. Así que, sin la menor duda me inscribí (y de paso a mi hijo Edoardo, quien no quería participar porque no tenía zapatos adecuados, lo que provocó que su madre le comprara un par de tenis blanquísimos e inmaculados en la zapatería 3 Hermanos).

Esta Carrera Matutina por la Salud, la tercera que organiza el Instituto Mexicano del Seguro Social en Campeche, tienen como objetivo la promoción del deporte a todos los niveles, la competencia se da en dos vertientes: carrera (7 kilómetros) y caminata (3 kilómetros en la versión cotidiana, no olímpica) en varias categorías, pudiendo inscribirse personas de todas las edades y de todas las condiciones.

En los primeros metros del trayecto, Roxana decidió que sería una buena idea realizar el recorrido en nuestra compañía, tal vez pensó que nuestro paso: decidido, enérgico, constante y veloz, la impulsarían a los primeros lugares del certamen. Buena intención pero craso error, llegamos en los últimos lugares.

Casi al mismo tiempo, logré saludar a Oliverio y Mario, compañeros clásicos de andanzas carnavaleras que en esta ocasión y con desconocidos propósitos, se sumaron a este saludable esfuerzo. Ellos rápidamente nos aventajaron y con firme convicción se unieron al pelotón que iba a la cabeza de la competencia.

Llevábamos cerca de 200 metros de caminata cuando surgió el primer inconveniente, el nuevo, blanquísimo e inmaculado tenis derecho de Edoardo perdió la suela por completo. Eso nos hizo perder la concentración, lo que provocó que nos rebasara una joven madre y su hijo arrastrado en su veloz carriola.

Apenas nos reponíamos del trágico incidente cuando la suela izquierda del nuevo, blanquísimo e inmaculado tenis de Edoardo salió rodando sobre el asfalto. Tras esta nueva distracción y unos minutos de incertidumbre, vimos con tristeza que un perrito negro nos aventajaba ¿Quién invitaría a participar en una competencia para humanos a un perrito negro?

Ya para entonces advertí que ocupábamos uno de los últimos lugares del evento, por lo que opté por animar a mi pequeño grupo de caminantes (al que ya se había unido Caro, la hermana de Roxana) apuramos el paso y empezamos a recuperar lugares, tras superar a una pareja de viejillos.

Nos aproximábamos a la mitad del certamen cuando advertimos que sería casi imposible alcanzar los primeros lugares. No quedaba más remedio que concluir la competencia lo más decorosamente posible, por lo cual nos establecimos un nuevo objetivo: rebasar y vencer a un gordito que con paso vacilante caminaba unos metros adelante de nosotros. La tarea se veía complicada pero accesible.

Apretamos la quijada y los puños, entornamos la mirada y aceleramos el paso, entonces se inició una cerrada batalla que se prolongó por varios centenares de metros durante los cuales nos turnábamos el primer lugar. Finalmente logramos superar al gordito, quien de reojo nos miró como reconociendo nuestra superioridad; fue entonces que surgió la trampa, el antideportivismo y la villanía.

El gordito dejó de caminar y sacando fuerzas de flaqueza (o de gordeza) inició una veloz carrera y alcanzó la meta antes que nosotros. De nada sirvieron nuestras airadas protestas a los jueces dispuestos a lo largo del evento. El único consuelo que nos queda es que a ese gordito tramposo le ganó el perrito negro (¿de dónde habrá surgido ese perrito negro?) quien también debía ser considerado tramposo porque participó con cuatro patas en una competencia para dos.

Finalmente el resultado de la competencia no importó mucho, si era importante caminar, concientizarse en el cuidado de la salud, convivir con familiares, amigos y compañeros de trabajo, tomarse la foto del recuerdo, reírse y desestresarse y producir nuevas y divertidas anécdotas.

Como colofón del evento y previo a la entrega de trofeos a los vencedores, se realizó una rifa entre los participantes, en este concurso mi hijo fue uno de los ganadores de una impresora (le sirvió de consuelo por quedarse sin sus nuevos, blanquísimos e inmaculados tenis).

Para terminar la jornada, bueno un resbalón, qué más da, sirva como premio a tanto esfuerzo físico; Oliverio, Mario, Edoardo, un cuate cuyo nombre no recuerdo y yo, nos fuimos a comer tortas y panuchos. Ni modos.
Entrando a la meta

3 comentarios:

  1. Que quemadota para la zapateria 3 hermanos,,,,pues no que lo hecho en mexico esta bien hecho?,,,

    Oscar saldivar,,,desde las tranquilas tierras de monterrey nuevo leon

    ResponderEliminar
  2. jajajajaja para mi ke el perro era un espírituuu (chiste local) jajajajaja.. ai le preguntas a andrea o edoardo sobre esoo xD

    y oseaaa k divertidooo.. jeje chanc y me animo a ir a tomarles fotos el proximo año jeje chaaaaance, y ps como ta eso k luego d acr ejercicio c van por las tortas =/ jajajajajajaja como todos unos wenos campechanos xD jejejejej...

    besos papiringow...

    mily

    ResponderEliminar
  3. y siiiii chafiisimaass los nuevos, blancos e inmaculados teniiis.. jamas volvere a comprar aiiiii ¬¬

    ResponderEliminar

Después de tu comentario escribe tu nombre para saber que eres tu.