¡Es una niña! ¿Una niña? ¡Sí, una niña! Eso fue realmente una sorpresa para mí, yo no tenía idea de lo que representaba ser el papá de una niña (ni de un niño por supuesto). Entonces pensé en el nombre que ya habíamos elegido para el caso: Mildred Isabel. ¡Está bonito el nombre, verdad?
Mildred lo eligió su mamá (nunca pregunté por qué) Isabel lo elegí yo; de hecho, yo quería que se llamara Ana Isabel, lo escucho muy suave, muy dulce y cálido. Hasta había pensado que le diría Anais. Optamos por poner un nombre cada quien y la niña se llamó Mildred Isabel. Viendo y conociendo a mi hija, no me la imagino con otro nombre que no sea el suyo, llamarla Mildred Isabel fue una acertada decisión.
El nacimiento de Mildred y mi debut como papá sucedió en un día como hoy, cuando yo contaba con 23 años de edad (ahora que lo pienso, la mitad de mi vida he sido un papá, eso me parece increíble). Mucho más increíble es ver a esa niñita convertida en una hermosa mujer, observar cómo se desenvuelve en el mundo y como batalla para vencer y triunfar a pesar de sus propios miedos y desencantos.
Enterarme que iba a ser papá resultó un primer impacto emocional para mí, dado que no alcanzaba a distinguir un futuro prometedor para todos. Afortunadamente el panorama de vida se fue aclarando, pero una verdadera lluvia de emociones encontradas se fue abatiendo sobre mí en forma repetida y vertiginosa.
Por un lado la alegría de ser papá y de tener a alguien pequeñito que es tuyo y que irás viendo crecer; por otra, la incertidumbre de no saber si desempeñaría un papel adecuado a las exigencias de tener un hijo. Finalmente el miedo al pensar que no naciera bien, que tuviese algún problema o de que no viniera completo y sano.
En ese tiempo, cuando nació mi niñita, ya era factible conocer el sexo de los bebés a través de los estudios de ultrasonido, sin embargo, por alguna razón, decidimos no averiguar. Solo alcanzamos a ver en una placa de rayos X al bebecito, pero eso fue suficiente para verificar que mi primer hijo tenía una cabeza, dos brazos, dos piernas y cinco dedos en cada extremidad. Eso me tranquilizó mucho.
Esa misma placa radiográfica sirvió para reconocer que el bebé no podría salir por donde normalmente salen los bebés, por lo que hubo que disponer una operación cesárea para el día 9 de marzo. Otra preocupación, sin embargo, dado que no quedaba otro remedio, nos preparamos para recibir al bebé en la fecha programada
Pero Mildred tenía otros planes. El 8 de marzo a eso de las 7 de la mañana se le ocurrió romper la fuente y ahí empezaron las carreras. Hospital por un lado, encontrar donadores de sangre por otra parte (la mamá tenía una anemia muy aguda). Y mientras todo eso pasaba afuera, adentro Mildred batallaba para salir.
Finalmente, Mildred (como ya se sabía) no pudo salir del problema es que se había metido, pero afortunadamente la sacaron a tiempo de él. Es importante señalar que el hecho de saberla ya recién nacida, marco un segundo impacto para mí. Ya era un papá, hecho y derecho, ahora tendría que educar, cuidar, vigilar y demás exigencias requeridas. El problema es que no sabía cómo hacerlo. Pero bueno, pensé, ya aprendería. No, no lo he aprendido.
Ver a Mildred por primera vez fue toda una experiencia, ahí estaba la niña, no era muy pequeñita, era un bebé grande, pero más que su tamaño llamaban la atención, como hasta ahora, su color (Mily es la negrita de la familia) y el extraordinario parecido con su madre.
El tercer impacto que trajo Mildred a mi vida fue cuando me la entregaron para llevármela a casa. Mientras estuvo en el hospital las enfermeras la vigilaban, alimentaban y cuidaban, pero ya en casa y dadas las condiciones físicas de su mamá, yo tendría la tarea de bañarla, cambiarla y alimentarla. Eso tampoco sabía hacerlo. Pero eso si lo aprendí.
Las tareas de higiene las realicé en forma muy eficaz, las alimentarias también, salvo por el licuado de mango que le preparé y administré cuando Mildred apenas tenía 2 meses de nacida (eso me valió un regaño de mi mamá). Pero el episodio sirvió para saber que la niña tenía un estómago a prueba de todo.
Lo que confirmamos un par de años después, cuando Mildred atacaba sin piedad las botanas que llevaban mis amigos para departir viendo el fútbol. Chicharrón, frijoles, charritos, churritos, cacahuates y lo que fuere eran comidos y procesados sin ningún reparo por el infantil pero despiadado estómago de la niña. Al grado que, al grito de “Ahí viene Mildred” nos apurábamos a esconder todo lo que sea comida.
Con Mildred conocí muchas cosas desde una óptica distinta: día del padre, escuela, festivales, bailables, juegos, besos, fiestas, navidades, día de reyes, todo lo estrené por Mildred; incluso, mis primeros regaños, palmadas y preocupaciones de padre.
Igualmente tuve que aprender a hacer peinados de “colitas”, poner prendedores y moños, hacer lazos en vestidos, ser atento espectador de los recitales de baile que a diario ofrecía mi niña y reconocer a muñecas y muñecos por su nombre.
Los primeros misterios de la vida vinieron de la mano de Mildred, como cuando aseguraba que sus muñecos caminaban en la noche. Entonces tuve que armarme de valor y sacar del cuarto a esos nocturnos caminantes y llevarlos a donde no se pudieran mover, o al menos no molestaran a la niña ni a nadie más.
Verla crecer, al igual que a sus hermanitos, ha sido una aventura y una delicia, lo he disfrutado mucho, me he sentido tan orgulloso al verla avanzar en la escuela y en la vida. Me gusta tanto verla, con su sonrisa inconfundible y sus enormes, expresivos y hermosos ojos.
Me divierte y me hace reír mucho con todas las ocurrencias que dice y hace. A veces me cuesta trabajo creer que todos esos disparates y chistes se generen en su cabecita tan bonita. Pero no todo en Mildred son salidas divertidas, también escribe canciones, reflexiones, cartas e historias plagadas de romances y cosas extrañas.
Así es Mildred, llena de contradicciones y sueños, de ilusiones y esperanzas y anhelos y corajes y miedos y deseos y ganas de comerse al mundo a puños. Mi hija disfruta tanto de una puesta de sol y una dulce y antigua melodía, como de ver caerse a una señora, hacerle bromas a sus amigas o leer extraños libros de vampiros enamorados. Así es mi niña.
A veces creo que es por causa mía, por llenarle la cabeza de brisa y mar, de relatos de duendes, sirenas y amigos imaginarios (excepto Lucrecia y su amiga, un par de iguanas que habitaban el traspatio de la casa, esas si eran reales). En esa parte asumo mi responsabilidad.
Pero no todo es mi culpa. A mí no me gustan los animales (ni a su madre) y Mildred desde pequeña se hizo amiga de perros y gatos, lo que hizo que tuviéramos de huéspedes a Chispa la perrita y a la gatita Micaela. Después siguieron los felinos Macarena y Xuxín (más tarde descubrimos que en realidad era Xuxa) y finalmente una serie interminable de mininos hasta llegar a los actuales Frapé, Duquesa, Capuchino y Carretino.
Mildred está muy cerca de culminar sus estudios universitarios y con ello, de abrir una etapa nueva en su vida. Le deseo tanto éxito como prosperidad y felicidad; pero es cierto, necesita afinar su paciencia, desarrollar su capacidad de trabajo en equipo y adquirir otras competencias laborales (complementarias a las teóricas) que estoy seguro logrará conseguir en el corto plazo.
Estoy seguro que le espera una vida luminosa y radiante, que las mejores y más grandes cosas están por ocurrir, que las oportunidades llegarán y sabrá aprovecharlas y obtener lo mejor de ellas, en cualquiera de los escenarios en que se desenvuelva.
Yo la veo en el futuro como una profesionista exitosa, como una esposa media cómica pero afanosa y entregada a sus responsabilidades y deberes; como una madre entre regañona, consentidora y distraída; como una hermana siempre atenta, pero sobre todo, como una hija permanentemente amorosa y preocupada por sus padres.
Te abrazo a la distancia hijita y te deseo un lindo cumpleaños.
Gerardo Oliva..me hiciste llorar..te reitero: YOU ARE A GOOD DAD!!
ResponderEliminarP.S.
Maravilloso lleno de un amor muy especial, una paz y una luz incomparable, eres un papa único, tienes unos hijos hermosos. ERES MUY ESPECIAL. Gracias por compartir todo esto con nosotros. Chapis
ResponderEliminarmuchas gracias apiringow y siii jejeje a mi tambien me sacaste una lagrimixa jeje.. y de verdad ke todo lo ke soy se los debo a ti y a mamá.. tus consejos, tus charlas, el inculcarme a mi y a mis hermanos siempre el ser atentos a nuestro alrededor, el mirar la belleza en la simplicidad, en la sencillez de las cosas, el ser empático con los demás, el romanticismo, la responsabilidad, tooooodo papi... muchas gracias. TE AMO!!! y yo tambien te mando muchisimos apapaxos y besos!!!!! :D
ResponderEliminarmily
el papá de mily un día antes de su nacimiento se desapareció por ir a una marcha del silencio (con cinta adhesiva en la boca) con el difuntito Maquío........jajajajajaja
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