No es la primera vez que asisto a un informe de gobierno, o tal vez si, la verdad es que acudir a eventos de corte netamente político no es algo demasiado importante para mí; sin embargo en esta ocasión decidí escuchar de primera mano el recuento de las acciones del gobierno de mi estado.
Para hacer honor y justicia a la verdad, iba con la firme convicción de escuchar atentamente el informe, de no distraerme e incluso, de hacer un muy discreto análisis del mismo (uno nunca sabe cuándo será solicitada la opinión al respecto). Sin embargo también sabía que existía un 96.8 por ciento de posibilidades de pasar dos horas de tedio y de tener que soportar actitudes que no resultan agradables de ver y menos de describir.
Sin embargo he pasado un esplendido informe de gobierno, todo gracias a que mi llegada al Centro de Convenciones coincidió con la de Maribel, después de los saludos de rigor, nos sentamos al final de la sala, nos pusimos cómodos y nos dedicamos a platicar amenamente, a recordar anécdotas compartidas y a actualizarnos sobre los pormenores de nuestras correspondientes vidas familiares.
Maribel es una antigua amiga, de los tiempos de la preparatoria; ella es de esas personas con las que puedes pasarte muchas horas platicando y nunca fastidiarte, con ella se puede hablar de cualquier tema y siempre encontrar una opinión inteligente y adecuada, con ella se puede caminar alegremente desde la Universidad hasta su casa (5 kilómetros aproximadamente) y no darte cuenta de la distancia, bueno, eso hacíamos cuando estábamos en la prepa, ahora, casi 30 años después, no sé si lo lograríamos.
Después de la preparatoria tuvimos la fortuna de seguir compartiendo esfuerzos en la dinámica juvenil (el grupo de la iglesia al que dedicamos tanto tiempo). Lamentablemente la vida pasa y esos años alegres también pasaron, llegaron otros con nuevos afanes, con nuevas tareas y nuevas responsabilidades que nos impidieron convivir con la frecuencia deseada.
Es fácil entender y comprender que cuando uno se encuentra con ese tamaño de personaje, que además es una entrañable amiga, un acto político es lo de menos. Lo demás es la oportunidad de disfrutar de la plática y el hecho casual de que ésta se dé, al mismo tiempo que el gobernador está informando de sus actividades al pueblo, no deja de ser sólo eso, una afortunada (o desafortunada) casualidad.
Por otra parte, no creo que a nadie le haya importado que dos personas, al final de un auditorio repleto con más de 6 mil asistentes, se la hayan pasado platicando. Incluso, me parece que el propio gobernador y su esposa, de saber que se trata de dos grandes amigos que casi no se han visto en los últimos 20 años, justificarían y aprobarían la plática.

Al final del evento, me quedé con la certeza de que había pasado y disfrutado de un buen tiempo y con el deseo de que así fueran todos los Informes de Gobierno. Ni modos Fernando, eso pasa cuando reúnes en tus celebraciones a dos grandes amigos.